¿Qué significa

"NACER DE NUEVO"?

por Herbert W. Armstrong

 

¿Qué es un cristiano "nacido de nuevo"? Muchas personas, quizá millones, creen sinceramente haber "nacido de nuevo"; sin embargo, no comprenden el verdadero significado de aquellas palabras de Jesucristo

 

 

¿P

OR QUÉ el fariseo Nicodemo no pudo entender cuando Jesús le dijo: "el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios"? (Juan 3.3).

     ¿Por qué la gente hoy sigue sin entender aquellas palabras?

     ¿Cuántos saben que el Evangelio de Jesús fue una noticia sensacional jamás antes proclamada?

 

Jesús trajo una noticia

 

     Los habitantes de Judea conocían, o debían conocer, la profecía de Malaquías al respecto. Era el Evangelio de Dios, y la palabra "evangelio" significa buenas noticias.

     Jesucristo trajo una noticia completamente nueva, nunca antes proclamada a la humanidad. Era la noticia más maravillosa jamás divulgada. Era casi demasiado maravillosa para ser creída. Se trataba del potencial totalmente trascendental del hombre, y era verdad.

     La noticia decía que podríamos nacer de nuevo. Pero casi nadie entiende este concepto.

     ¿Cuántas personas saben hoy que el Evangelio de Jesús era en realidad tan pasmoso, tan increíble, tan sorprendente, que debía haber dejado a sus oyentes totalmente trastornados? Pero no fue así. ¿Por qué?

     ¿Por qué el mundo jamás ha reconocido el Evangelio como la noticia maravillosa que realmente fue?

     Simplemente porque los dirigentes de Judea lo rechazaron con odio y odiaron a Jesucristo por haberlo anunciado. Ellos lograron que la mayoría del pueblo lo rechazara también. Aquella noticia ha sido tan mal representada, torcida y difamada que el mundo entero bajo el engaño lo ha entendido mal. La Biblia dice que todo el mundo, todas las naciones, han sido engañadas respecto al Evangelio.

     El tiempo había llegado, pues, para que se anunciara este mensaje. Ahora ha llegado el momento de que se aclare su verdadero significado para que la gente pueda entenderlo.

     Esta aclaración se hará en el presente folleto que constituirá un reto crucial para quienes lo lean.

     Si usted no comprende cuál fue la noticia anunciada por Jesucristo, jamás entenderá qué significa "nacer de nuevo".

 

¿Cuál era la noticia?

 

     Veamos brevemente cuál era ese mensaje.

     El anuncio previo en la profecía de Malaquías dice así: "He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis [El Mesías], y el ángel del pacto…" (Malaquías 3.1).

    Veamos el principio de la proclamación de aquel mensaje, en el primer capítulo del evangelio según Marcos: "Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en Isaías el profeta…" Enseguida, transcribe la cita de Malaquías y una de Isaías, y después relata cómo Juan el Bautista preparó el camino delante de Jesucristo, el Mensajero.

     Los versículos 14-15 dicen: "Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio". Es decir, creer las buenas noticias.

 

¿Qué es el Reino de Dios?

 

     Todo el mensaje de Jesús, su evangelio, era acerca del Reino de Dios. ¡Pero su predicación fue reprimida durante el primer siglo!

     Pablo escribió así a los cristianos de Galacia: "Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo…" (Gálatas 1.6. Vea también 2 Corintios 11.3-4 y Romanos 1.18).

     El Mensaje enviado por Dios a la humanidad por medio de Jesucristo, su Evangelio de buenas noticias, no fue proclamado al mundo después del año 70 E.C.

     Jesucristo nació para ser Rey, y su mensaje era acerca del Reino de Dios venidero.

     Un reino es a) una nación compuesta de personas, y b) el gobierno de esa nación.

     En algunos casos las personas de una nación son descendientes o hijos de un hombre. La nación de Turquía está compuesta de los descendientes de Esaú, hermano gemelo de Jacob, padre este último de la nación de Israel. Antes de nacer los gemelos, Dios dijo a su madre, Rebeca: "Dos naciones hay en tu seno…" (Génesis 25.23-25).

     Jesús vendría como el "Mensajero del pacto". El "Pacto Antiguo" estableció a los hijos humanos de Israel como una nación o reino de hombres llamado el Reino de Israel. Jesús trajo el mensaje del Pacto Nuevo cuyo propósito es establecer el Reino de Dios, compuesto de los hijos de Dios nacidos del Espíritu.

     Así como el antiguo Reino de Israel estaba compuesto de la familia humana del hombre llamado Israel, ¡también el Reino de Dios estará compuesto de la divina familia de Dios!

     ¿Qué tiene que ver esto con el hecho de "nacer de nuevo"? ¡Tiene que ver mucho!

     El profeta Daniel escribió acerca del Reino de Dios en el segundo capítulo, después de profetizar acerca del Imperio Caldeo (Babilonia), el Imperio Persa, el Imperio Greco-Macedonio con sus cuatro divisiones y el Imperio Romano que hoy está en vías de reconstituirse en él "Sacro Imperio Romano", diciendo: "Y en los días de estos reyes [los Estados Unidos de Europa del futuro] el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido… desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre" (Daniel 2.44). Si este reino ha de permanecer para siempre, tendrá que ser compuesto necesariamente de seres inmortales.

     ¡Será un reino de dominio universal!

     El capítulo 7 de Daniel lo vuelve a demostrar y muestra además la relación con "nacer de nuevo". Los cuatro imperios mundiales de Babilonia hasta Roma y su resurrección futura en Europa son simbolizados por cuatro bestias.

 

Los santos se transforman en inmortales

 

     Versículos 17 y 18: "Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes [reinos] que se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre". Si lo han de poseer para siempre, los santos tendrán que ser inmortales.

     Entonces la Babilonia resucitada en Europa: "hacía guerra contra los santos, y los vencía, hasta que vino el Anciano de días [Cristo a su regreso] y se dio el juicio a los santos del Altísimo; y llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino" (versículos 21 y 22. Vea también el versículo 27).

     La segunda venida de Cristo se describe así: "El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos." (Apocalipsis 11.15).

     Pero a pesar de estos y de muchos otros pasajes semejantes, muchos teólogos engañados desvían a la gente diciendo que el Reino de Dios es la Iglesia, o que "el Reino" es algo espiritual o etéreo en el "corazón del hombre".

     Jesús dijo: "El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado".

     ¿Qué significa esto? ¿Por qué este mensaje nunca antes había sido proclamado? La respuesta requiere un pequeño repaso histórico.

 

Alguna vez hubo paz en la Tierra

 

     La Biblia reitera una y otra vez que el diablo existe.

     La revelación bíblica demuestra que originalmente la Tierra era un lugar de paz y felicidad, una verdadera utopía. Entonces estaba regida por el gobierno de Dios, el cual será restaurado nuevamente (Hechos 3.20-21) por Cristo cuando regrese a la Tierra con el poder supremo y la gloria de Dios.

     ¿Qué sucedió entonces? ¿Dónde está el gobierno ahora? ¿Por qué no hay paz sobre la Tierra?

     Al principio cuando la Tierra fue creada, los ángeles "se regocijaban" (Job 38.7). Era hermosa y pacífica, y fue poblada no por hombres sino por ángeles bajo el gobierno de Dios. Había un arcángel especial, un querubín llamado Lucero (que significa, dador de luz) uno de los dos querubines cuyas alas se extendían sobre el mismo trono de Dios en el cielo. Lucero estaba bien adiestrado en la administración del gobierno de Dios (Isaías 14.12-14; Ezequiel 28.12-17).

     Dios gobierna por medio de su ley espiritual que está basada en el principio de amor. Primero el amor a Dios, con obediencia y sumisión a Él. Y segundo, amor a sus criaturas, el interés altruista por el bienestar del prójimo. Pero el corazón de Lucero se envaneció a causa de su belleza y grandes conocimientos. Se rebeló contra Dios y organizó a sus ángeles en un ejército para conquistarlo, y así reinar sobre todo el enorme universo. Con ello, el gobierno de Dios se acabó sobre la faz de la Tierra. Y Lucero se eliminó como gobernante de ella. Pero el principio mismo del gobierno de Dios requiere que un gobernante siga desempeñado su puesto mientras llega un sucesor y asume el poder.

     El nombre de Lucero fue cambiado por el de Satanás, el diablo, y sus ángeles se convirtieron en demonios. Como resultado de esta rebelión universal sobre la Tierra, hubo caos y destrucción universales, que golpearon la faz de la Tierra. Dios formó la superficie terrestre de nuevo en seis días (Génesis 1), creando la fauna y la flora, y después al hombre.

 

Cuándo apareció el hombre

 

     Dios creó al hombre a su propia imagen y semejanza, no del espíritu como Él, sino de carne y hueso. El primer hombre, Adán, padre de la raza humana, permitió que la actitud rebelde de Satanás entrara en su corazón y se descalificó así como posible gobernante y sucesor de Satanás.

     Después de que Jesús fue bautizado por Juan (Marcos 1.9-11), tuvo que luchar contra las tentaciones fenomenales del diablo que quiso tentarlo (versículo 12-13; Mateo 4.1-11).

     Jesucristo vino para tomar el lugar de Satanás, restaurar el gobierno de Dios sobre la Tierra y traer de nuevo la paz mundial. Pero así como el primer Adán experimentó la tentación de Satanás y sucumbió a ella, Jesús también debía enfrentar y vencer al diablo.

     Sostuvo esta prueba en las condiciones más difíciles. La resistencia física se le había casi agotado tras 40 días y 40 noches de ayuno. Pero aún dentro de su debilidad física, fue fortalecido espiritualmente.

     Pocos comprenden la tremenda lucha que tuvo lugar ante aquella tentación crucial. Jesús resistió las tentaciones supremas de Satanás, y lo hizo citando las Escrituras y obedeciendo a Dios. Demostró, por la máxima prueba posible, que obedecería las leyes de Dios y administraría fielmente su gobierno. Entonces, totalmente debilitado físicamente, pero con enorme fortaleza espiritual, demostró ser amo y Señor de Satanás dándole orden de apartarse de Él. Satanás, vencido, se escurrió.

     Entonces, (Marcos 1.14) habiéndose habilitado para administrar el gobierno de Dios en la Tierra, Jesús entró en Galilea diciendo: "El tiempo se ha cumplido, y el Reino de Dios se ha acercado" (versículo 15).

 

¿Por qué la noticia era nueva?

 

     ¿Cómo se cumplió el tiempo? ¿Por qué el Reino de Dios se había acercado entonces y no antes?

     Sencillamente porque la maravillosa noticia del Reino de Dios no podía ser anunciada mientras no hubiera un sucesor apto para reemplazar a Satanás como gobernante del mundo.

     ¡Por fin, el Reino de Dios, el gobierno de Dios, en la Tierra, se había acercado! ¡Por fin el sucesor se había asegurado y el tiempo se había cumplido! Aquel que reinaría sobre la Tierra estaba libre ahora para anunciar su gobierno futuro.

 

¿Por qué no se ha establecido el Reino?

 

     Pero Jesús no vino a asumir el Reino inmediatamente por varios motivos:

     1) Dios tenía un plan determinado con una cronología definida. El plan debía realizarse en 7.000 años o "días" mileniales, cuyo "tipo" o "muestra" fueron los 6 primeros días de la creación. Los 6 primeros milenios fueron dados al hombre para que los viviera a su manera (estando bajo la influencia y el engaño de Satanás). A estos seguiría un "sábado" milenial, en el cual Satanás guardará un reposo obligatorio de su obra de engaño de las naciones. ¡Entonces Dios le enseñará a la humanidad su verdad!

     2) Dentro del plan de Dios, Jesús debería primero escoger y enseñar a sus discípulos para convertirlos en apóstoles para que proclamaran las buenas nuevas y sirvieran de fundamento a su Iglesia.

     3) Cristo establecerá un reino mundial sobre todas las naciones de la Tierra, administrado por seres bien adiestrados y experimentados. Los primeros seis mil años de la experiencia humana han demostrado de sobra que el hombre bajo la influencia de Satanás, es completamente incapaz de gobernarse a sí mismo. Los gobiernos humanos jamás han logrado la paz mundial, si bien el hombre aún no quiere reconocerlo así. Los hombres aún luchan y trabajan en vano para obtener la paz. Y esto nos lleva al hecho de "nacer de nuevo".

     Desafortunadamente, el "nacer de nuevo" ha sido mal interpretado y mal entendido. El gobierno de Dios será un gobierno divino, ejercido por los santos convertidos en personas espirituales, ¡nacidos de Dios! Así como todos los nacidos de hombre son seres humanos, los nacidos de Dios serán seres divinos, dotados de inmortalidad. Nacerán dentro del Reino de Dios y lo heredarán.

 

Un reino, una familia

 

     Un reino es una nación compuesta de personas, y también es el gobierno de esa nación. El Reino de Dios está compuesto de la familia de Dios. El ser a quien solemos llamar Dios es el Padre de aquella familia.

     Cristo es un Hijo de Dios, miembro de la divina familia, ¡y también nosotros podemos serlo! Aquella divina familia es el Reino de Dios.

     Existen cinco reinos: el reino vegetal, el reino animal, el reino humano (nosotros no pertenecemos al reino animal por más que se enseñe lo contrario), el reino angelical y el Reino de Dios.

     Dios (Hebreo - Elohim, nombre que significa más de una persona, formando un Dios) dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza". Fuimos creados de carne material, pero a imagen de Dios y con una mente en un plano totalmente diferente del cerebro animal. La familia humana fue creada de modo que pudiéramos recibir el Espíritu de Dios y convertirnos en sus hijos. No así los animales.

     Dentro del maravilloso plan de Dios para llevar a cabo un gran propósito aquí en la Tierra, Él ha asignado un lapso que debe transcurrir entre la primera venida de Jesucristo en la carne, y su segunda venida con poder y gloria, llamando a algunos para recibir su Espíritu y ser educados y entrenados espiritualmente mediante su Palabra para luego gobernar con Él cuándo establezca su Reino.

     4) Para que el hombre pudiera reconciliarse con Dios, Jesús también vino con el propósito expreso de morir, para derramar su sangre y cumplir así la pena de muerte por nuestros pecados. Su resurrección de entre los muertos era necesaria para que nosotros pudiéramos recibir la vida eterna.

     5) El plan también requería que Jesús ascendiera al trono de Dios en el cielo (Este es el trono del gobierno de Dios sobre todo el universo.) Para ser nuestro Sumo Sacerdote durante los años de entrenamiento y desarrollo espiritual de los herederos de Dios, quienes administrarán el gobierno de Dios cuando Cristo lo haya establecido aquí sobre las naciones de la Tierra.

     6) Jesús no podía asumir el poder mientras estaba sobre la Tierra en forma humana. Era necesario que regresara al cielo como se explica en la parábola de los talentos (Lucas 19), para allí recibir del Padre la autoridad del Reino de Dios y para ser coronado. La ceremonia de coronación se llevará a cabo ante el trono de Dios en el cielo, antes del regreso de Cristo.

     7) ¡Entonces Él volverá con poder, gloria y autoridad suprema para reinar!

     He aquí los motivos por los cuales Jesús no estableció inmediatamente el Reino de Dios.

     Pero ni siquiera los discípulos podían entender que su reino no debía aparecer inmediatamente.

     ¡La naturaleza humana quiere todo ahora!

 

Por qué los gobernantes judíos odiaron el Mensaje

 

     Los gobernantes judíos en tiempos de Jesucristo también creían que Él hablaba de un gobierno inmediato, que derrocaría al Imperio Romano al cual a la sazón pertenecía Judea como Estado vasallo.

     Nicodemo era un gobernante judío. Era fariseo y los fariseos eran hostiles a Jesús, por su Evangelio. Sin embargo, Nicodemo quiso conocer a este Mensajero sorprendente y hablar con Él. Para evitar las críticas de sus colegas, vino a Jesús de noche.

     "Sabemos que has venido de Dios como maestro" (Juan 3.2).

     La palabra "sabemos" implica que los fariseos conocían la identidad divina del Mensajero y el origen de su mensaje. Pero sus intereses estaban en el presente, y su preocupación era proteger su posición como funcionarios del gobierno romano, no recibir revelaciones de Dios.

     Judea era un Estado vasallo bajo el gobierno romano, y éste era lo bastante avisado para obligar a los dirigentes judíos a administrar la mayoría de los detalles del gobierno, como subalternos de los altos funcionarios romanos. El poderío romano estaba respaldado por fuerzas militares de ocupación, y con este sistema la vida de los subgobernantes era algo muy deseable que ellos querían conservar.

     Jesús captó inmediatamente el significado de las primeras palabras de Nicodemo. Su mensaje era acerca de las buenas nuevas del futuro reino mundial de Dios, es decir el reino y gobierno de Dios.

     Los dirigentes judíos temían el mensaje. Jesús pertenecía a su raza; era judío. Si no se oponían a Él, podrían quedar despojados de su posición y poder, y quizás hasta ser muertos como agentes subversivos deseosos de derrocar el gobierno romano. Los fariseos creían que Jesús proclamaba el derrocamiento inmediato de aquel gobierno.

 

No de esta era

 

     Jesús habló claramente. Se fue directamente al grano diciendo que el Reino de Dios no era de este mundo o era, sino del mundo de mañana, una era distinta del futuro, y que no estaría compuesto de hombres sino de seres inmortales, la familia de Dios.

     Entonces dijo Jesús: "El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios" (Juan 3.3).

     Nótese que "nacer de nuevo" tiene mucho que ver con el Reino de Dios, y con el hecho de que no es de esta era. Y repetimos de nuevo, que el Evangelio de Jesús, su mensaje era el Reino de Dios.

     Pero la declaración repentina de Jesús dejó confuso a Nicodemo. También hoy los líderes religiosos y las sectas cristianas están confundidos y engañados. Sin embargo, hoy aquellas palabras no son interpretadas como las interpretó Nicodemo.

     Nicodemo sí entendía claramente lo que significa nacer. Sabía que nacer es salir del vientre de la madre y entrar al mundo. En cambio los líderes religiosos de hoy le dan otro significado muy distinto. Lo que Nicodemo no podía comprender era cómo alguien pudiera nacer de nuevo. Siendo de mente carnal sólo podía concebir la idea de un nacimiento físico. ¡Pero él sabía lo que significa nacer!

 

¿Un segundo nacimiento humano?

 

     Confundido, Nicodemo preguntó: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?" Nicodemo conocía el significado de nacer, pero lo que no podía concebir era un segundo nacimiento humano, y creía que Jesús hablaba de eso, pues su mente no podía captar las cosas espirituales.

     Jesús había dicho que podríamos ver y entrar en el Reino de Dios pero sólo tras haber "nacido de nuevo", lo que no puede ocurrir en tanto que transcurra esta vida física. Luego Jesús pasó al meollo del asunto: que el Reino de Dios no es de esta vida humana actual, de este mundo, ni de este tiempo o era, sino que será de un mundo y de una vida del futuro.

     Jesús lo explicó diciendo: "Lo que es nacido de la carne, carne es: lo que es nacido del Espíritu, espíritu es".

    El hombre ahora está compuesto de carne humana, substancia material. "Polvo eres, y al polvo volverás", le dijo Dios a Adán. Y también: "Entonces, el Eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 3.19; 2.7).

 

Nacidos de nuevo para ser espíritu

 

     Pero Jesús dijo claramente que cuando hayamos nacido del Espíritu ¡seremos espíritu! Léalo en su propia Biblia.

     El Reino de Dios estará compuesto de seres espirituales, ¡no de seres humanos!

     Al nacer, el ser humano sale del vientre de su madre y entra en este mundo. Al nacer del Espíritu, saldremos de la Iglesia de Dios (física) para entrar en el Reino de Dios (reino de seres espirituales).

     Ahora el hombre está compuesto de carne material. Al nacer de nuevo, será espíritu. Habrá dejado de ser humano. Será un ser espiritual que gozará de vida inherente y sin depender ni de la respiración ni de la circulación sanguínea para mantenerse vivo.

     Jesús dijo, hablando de la otra vida cuando el Reino de Dios gobernará sobre la Tierra: "ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo" (Mateo 22.30). El matrimonio es una unión física. En el Reino de Dios habremos nacido de Dios como seres espirituales. También los ángeles son espíritu (Hebreos 1.7). Jesús no dijo que seríamos ángeles, sino como los ángeles, sin deseos sexuales, y compuestos de espíritu. Los ángeles fueron creados espíritus, pero no fueron engendrados y nacidos de Dios como hijos suyos. Por tanto, ¡nosotros seremos más que los ángeles!

     Jesús explicó aun más: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3.8).

     No podemos ver el viento. Por eso el viento se compara al espíritu, pues es invisible. Por eso la carne mortal no puede ver el Reino de Dios. Quienes hereden el Reino, serán espíritu, y como tal, normalmente invisibles para los hombres.

 

Energía de la bomba atómica

 

     Jesús también comparaba el poder de uno nacido del espíritu con el viento. El Dr. J. Murray, climatólogo del Departamento Meteorológico de los Estados Unidos, ha dicho que la energía de un huracán es mucho mayor que la energía de la bomba atómica que destruyó a Hiroshima. Estoy seguro de que ninguna persona de las que dicen haber "nacido de nuevo" durante su vida física humana puede ejercer un poder semejante. Pero este artículo demostrará que cuando seamos compuestos de espíritu, ¡sí tendremos ese poder!

 

No mientras estemos en la carne

 

     El apóstol Pablo dejó muy en claro que el Reino de Dios es algo que podremos heredar, pero no en esta era, mientras estemos en la carne. Por ahora sólo podemos ser herederos.

     "Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción" (1 Corintios 15.50).

     Ya antes, Pablo había explicado: "El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo [un ser divino, Dios]" (1 Corintios 15.47).

     Esto es lo que Jesús le dijo a Nicodemo. El hombre es humano, carnal, de la tierra, porque ha nacido de la carne. Al nacer del Espíritu, será espiritual.

     Pero no podemos ser espíritu en esta era actual.

     Existe un factor tiempo relacionado con el hecho de nacer de nuevo.

     Sigamos leyendo en 1 Corintios 15: "Cual el terrenal, tales también los terrenales" (versículo 48). Jesús le explicaba esto a Nicodemo al decirle que era carne, nacido de la tierra y terrenal. Y todos somos así. "…y cual el celestial, tales también los celestiales" (mismo versículo). ¿Cuándo será esto para nosotros los seres humanos? ¡No será en esta vida!

     El siguiente versículo dice: "Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial" [en la resurrección] (versículo 49). Así como ahora somos carne, después seremos espíritu, en la resurrección. Es decir que entonces sí "naceremos de nuevo", y podremos ver y entrar en el Reino de Dios.

     "Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos [moriremos] pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros [los vivos] seremos transformados" (versículos 50-52). Habrá un tiempo cuando podremos ver, heredar y entrar en el Reino. Sólo entonces habremos nacido de nuevo, y no antes.

 

Cómo somos transformados al nacer de nuevo

 

     ¿Cómo seremos transformados? Las siguientes palabras nos dicen: "Porque es necesario que esto corruptible [nuestra carne] se vista de incorrupción [espíritu; lo nacido de Dios es espíritu] y esto mortal se vista de inmortalidad". ¡Ser transformado de carne material en espíritu!

     No podremos ver el Reino de Dios hasta que hayamos nacido de nuevo (Jesús a Nicodemo, Juan 3.5).

     No podremos entrar en el Reino de Dios hasta que seamos transformados en espíritu (Jesús a Nicodemo, Juan 3.6-8).

     Mientras estemos en la carne no podremos heredar el Reino de Dios (Pablo a los Corintios, 1 Corintios 15.50).

     No seremos transformados de carne corruptible a espíritu incorruptible hasta la resurrección cuando Cristo regrese por segunda vez (Pablo, 1 Corintios 15.50-53 y versículos 22-23).

     Por tanto, no podremos ver, heredar ni entrar en el Reino de Dios hasta que se produzca la resurrección. Tampoco podremos nacer de nuevo hasta la resurrección.

 

Aún no lo hemos heredado

 

     En nuestra condición actual de seres humanos carnales, no podemos heredar ni entrar en el Reino de Dios. Veamos ahora la condición en esta vida y en este mundo, de un verdadero cristiano convertido.

     "Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Romanos 8.9). Si no hemos recibido el Espíritu Santo y si éste no mora en nosotros, no somos verdaderos cristianos. El hecho de pertenecer a una iglesia no nos hace cristianos. Pero sí lo seremos si recibimos el Espíritu de Dios y lo seguimos.

 

Cómo somos engendrados por el Espíritu Santo

 

     Veamos ahora cómo el hecho de recibir el Espíritu Santo que imparte la vida espiritual eterna para luego producir un ser espiritual, se compara con la fecundación del óvulo humano por parte de un espermatozoide. El óvulo fecundado, llamado embrión, aún no es un ser humano nacido. Se le ha impartido la vida del padre, ha sido engendrado pero ni el embrión ni el feto ha nacido aún como persona. Del mismo modo, una persona engendrada del Espíritu no es un ser espiritual todavía, pero sí lo será cuando nazca de nuevo.

     Continuemos: "Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros" (versículo 11).

     Entendamos esto. Hay una comparación directa entre el haber nacido de la carne y el nacer de nuevo de Dios. Jesús dijo que el que nace de la carne, carne es, o sea que es un ser humano. El que nace del Espíritu (Dios) es espíritu, o sea un ser espiritual.

     La vida humana y mortal comienza cuando el padre imparte vida física al óvulo dentro del vientre materno. El padre ha engendrado un hijo. Pero no "da a luz". Esto lo hará más tarde la madre. El padre ha cumplido su parte en el proceso que más tarde culminará con el nacimiento. Pero entra en juego aquí el factor tiempo. En el momento del engendramiento, el parto o nacimiento todavía no ha ocurrido.

     Esta explicación es necesaria porque él "cristianismo" tradicional enseña erróneamente que cuando uno "recibe a Cristo", o "acepta a Cristo" o "tiene un encuentro con Cristo" o recibe el Espíritu Santo de Dios, ya ha "nacido de nuevo".

     Tomemos nota, pues, del proceso físico y su analogía con el espiritual.

 

El factor tiempo

 

     En la reproducción humana existe un factor tiempo. Desde el momento del engendramiento (por parte del padre) o concepción (por parte de la madre) hasta el parto transcurre un lapso de nueve meses.

     Este período se llama la gestación. Una vez fecundado el óvulo, se llama embrión y más tarde feto. Pero durante los nueve meses de gestación no hablamos del embrión-feto como de un ser nacido, pues aún está en la etapa de desarrollo. Es el hijo por nacer, de sus padres. El padre ya lo engendró pero la madre aún no lo ha dado a luz.

     El proceso de "nacer de nuevo" empieza cuando el Espíritu Santo, que procede de la persona misma de Dios, entra a morar en nosotros y nos imparte vida espiritual. Véase nuevamente Romanos 8.11.

     "Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también [transformará en inmortales] vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros." Esto describe lo mismo que 1 Corintios 15.50-53, que habla de la resurrección.

     Esto debe quedar muy en claro, pues millones de cristianos sinceros creen que al aceptar a Cristo o recibir su Espíritu Santo, han "nacido de nuevo". Pero lo que realmente ocurre es lo siguiente:

 

La Iglesia es nuestra madre

 

     Después del arrepentimiento, la fe y el bautismo, recibimos el Espíritu Santo de Dios y éste nos pone o bautiza dentro de la Iglesia de Dios. La Iglesia es llamada el cuerpo de Cristo, como leemos en 1 Corintios 12.13: "Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo."

     La Iglesia es llamada "Jerusalén la celestial" (Hebreos 12.22-23). Ahora veamos Gálatas 4.26: "Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre."

     He aquí la analogía: Cuando somos engendrados por Dios Padre al recibir su Espíritu, entramos en la Iglesia, la cual es nuestra Madre durante el período de gestación.

     La madre humana alimenta al feto con nutrimientos físicos para que se desarrolle y crezca físicamente. También lo lleva en su seno donde mejor puede protegerlo hasta el momento del parto.

     A la Iglesia o madre espiritual se le ordena: "Apacentad la grey" (1 Pedro 5.2), por medio del ministerio que Dios ha establecido en ella, "…a fin de perfeccionar a los santos …para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto…" (Efesios 4.12-13). Así como el feto humano se desarrolla y crece durante el período de gestación anterior al nacimiento, también nosotros, después de ser engendrados por el Espíritu Santo de Dios, nos desarrollamos y crecemos espiritualmente en la etapa previa al nacimiento espiritual.

     Pero la Iglesia no sólo alimenta a los miembros con la Palabra de Dios, que es alimento espiritual, sino que también protege a los hijos concebidos, aún sin nacer, del daño espiritual, como lo demuestra el siguiente versículo: "Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error…" (Efesios 4.14).

     Entonces en el momento de la resurrección, los miembros de la Iglesia, madre espiritual, serán dados a luz por ella y nacerán dentro del Reino o familia espiritual de Dios.

 

Hijos de Dios ahora

 

     "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios" (Romanos 8.14). El hijo dentro del vientre es hijo de sus padres aunque no haya nacido todavía. Asimismo, nosotros, si somos guiados por el Espíritu y si éste mora en nosotros, somos hijos engendrados de Dios. Pero por ahora nos encontramos en la etapa de gestación.

     Continuemos: "Y sí hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él [en la resurrección] seamos glorificados" (versículo 17).

     Veamos cómo este pasaje habla de la resurrección a la gloria, cuando naceremos de nuevo como seres espirituales.

     "Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios", es decir, el tiempo del regreso de Cristo y de la resurrección [o nacimiento] a la vida espiritual. "…porque también la creación misma será libertada [nacerá] de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora" (versículos 19-22).

     ¿Podría ser más claro? Veamos la comparación: Seremos liberados de este mundo (la Iglesia está en el mundo, si bien no es del mundo) entrando al glorioso mundo de mañana y al Reino que allí gobernará.

     La creación espera el momento del regreso de Cristo, la resurrección y el Reino de Dios, pues entonces ella será liberada de la esclavitud de la corrupción. Aunque esto no habla directamente de nuestro nacimiento espiritual, sí es una analogía directa con el nacimiento de un niño.

     La resurrección será un verdadero nacimiento. Seremos transformados en seres espirituales, heredaremos el Reino y seremos liberados de la esclavitud de la carne corruptible y de este mundo de pecado.

 

Cristo nació por segunda vez en la resurrección

 

     Continuemos en Romanos 8: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él [Jesús] sea el primogénito entre muchos hermanos" (versículo 29).

     Ahora comparemos con Romanos 1.3-4: "Acerca de su Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que era del linaje de David según la carne, que fue declarado Hijo de Dios… por la resurrección de entre los muertos."

     Jesús fue descendiente de David en su primer nacimiento, en la carne, y por la resurrección de entre los muertos (nació de nuevo), Hijo de Dios; ya no era ser humano sino espíritu. Así se convirtió en el primero entre muchos hermanos que habían de nacer de nuevo también. Esta será la resurrección de los verdaderos seguidores de Cristo.

     Entendemos, claro está, lo mismo que Pablo, que Jesús era al mismo tiempo Hijo de Dios aun cuando se hallaba en la carne. Aunque nació de madre humana, fue engendrado por Dios. Pero aquí comparamos dos nacimientos: el primero de su madre, María, como descendiente de David, y el segundo por su resurrección a la gloria como Hijo de Dios… y esto también sucederá a nosotros.

     Esto no implica de ninguna manera que Jesús fuera un pecador necesitado de salvación. Él fue el primero, el que nos dio el ejemplo de que también nosotros podremos nacer de Dios.

 

¿Cómo seremos cuando nazcamos de nuevo?

 

     Esta es la respuesta: "Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra [la carne], para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya…" (Filipenses 3.20-21). ¿Cómo es el cuerpo glorioso de Cristo? Sus ojos son como llamas de fuego, y su cara tan brillante como el Sol más fuerte (Apocalipsis 1.14-16).

 

La etapa antes de nacer

 

     Así, pasaje tras pasaje, analogía tras analogía nos muestran que el nacer de Dios es un proceso donde entra en juego el elemento tiempo.

     Asimismo, el proceso del nacimiento físico también encierra un factor tiempo. Cuando el padre engendra y la madre concibe, el óvulo fecundado se convierte en embrión. Pero aún no ha salido del vientre; no ha nacido. Le falta pasar por una etapa de nueve meses, durante la cual el embarazo va progresando. Pero durante este período de crecimiento y desarrollo, es el hijo de sus padres.

     Igualmente, cuando el Padre engendra a un ser humano con su Espíritu (que corresponde espiritualmente al espermatozoide), dicho ser se convierte en hijo de Dios. Ya es hijo de Dios, antes de nacer espiritualmente.

     Pero sigue siendo humano, sigue siendo carne y sangre. Deberá pasar por una etapa (que durará hasta su muerte) de desarrollo y crecimiento espirituales. Se encuentra en la etapa de gestación, que es parte del proceso de nacer. Está dentro de la Iglesia de Dios, pero la Iglesia no es el Reino de Dios.

     La Iglesia se compone de los hijos humanos de Dios, de carne y sangre. Y la carne y la sangre no pueden ver, heredar ni entrar en el Reino de Dios. El Reino de Dios se compone de los hijos de Dios espirituales. El ser humano engendrado por el Espíritu está en el proceso de nacimiento espiritual, pero aún no ha entrado en el Reino de Dios. ¡Aún no ha nacido de Dios!

     Durante su etapa de gestación antes del nacimiento espiritual, deberá crecer y desarrollarse mucho, y adquirir el carácter mismo de Dios.

 

Mayor poder que la energía del viento

 

     Otro pasaje bíblico, que muy pocos entienden, revela nuestro asombroso potencial. Comienza en Hebreos 2, versículo 6. Pero antes, veamos lo que se dice de Cristo en el primer capítulo:

     "Dios, …en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo ['del universo', en otras versiones], y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder…" (Hebreos 1.1-3). Toda potestad, o poder, en el cielo y en la Tierra, ha sido dada a Cristo (Mateo 28.18). Él es ahora el principal ejecutivo del gobierno universal de Dios.

     Ahora veamos Hebreos 2.6, donde se toma una cita de los salmos: "¿Qué es el hombre, para que te acuerdes de él?"

     Sí, ¿por qué el gran Dios ha de interesarse por nosotros los mortales? ¿Para qué nos puso en la Tierra? ¿Cuál es el propósito de la vida, cuál nuestro enorme potencial? Es algo que trasciende en tanto lo que los hombres suelen pensar e imaginarse, que parece realmente increíble. He aquí la asombrosa respuesta, empezando en el versículo 7:

     "Le hiciste un poco menor que los ángeles. Le coronaste de gloria y de honra, y le pusiste sobre las obras de tus manos…" es decir, sobre todo lo creado por Dios.

     "Todo lo sujetaste bajo sus pies. [Algunas versiones dicen 'el universo' en vez de 'todo']. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él". Compréndase bien lo que esto significa: Todo el vasto universo. Pero esto será para los hijos nacidos de Dios:

     "…pero todavía [en esta etapa de gestación] no vemos que todas las cosas [el universo] le sean sujetas."

     ¿Qué es lo que vemos ahora?

     "Pero vemos a… Jesús, coronado de gloria y de honra" (versículo 9). Sí, tal como lo revela el capítulo 1, Jesús ya recibió la administración del gobierno o Reino de Dios sobre todo el universo. Sin embargo, Él está permitiendo que Satanás continúe su obra de engaño hasta que nos llegue la hora de heredar y poseer el gobierno de la Tierra, a la segunda venida.

     Continuemos: "Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor [según otras versiones, al capitán o pionero; el primero, a quien nosotros hemos de seguir] de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos" (versículo 10-11).

 

Cristo el primer nacido de muchos

 

     Somos, como se dijo antes, herederos de Dios y coherederos con Cristo, como hermanos suyos. Él fue el primero que resucitó a la gloria. Es el primer nacido de muchos hermanos. Ha heredado ya "todas las cosas", el universo. Mientras tanto, nosotros seguimos en la etapa de gestación. Jesús es ahora nuestro sumo sacerdote, que supervisa nuestro desarrollo espiritual y nos prepara para ser reyes y sacerdotes y para gobernar con Él.

     Durante los primeros mil años, reinaremos en la Tierra, porque Él nos hará "reyes y· sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Apocalipsis 5.10).

 

Los primeros mil años

 

     Durante esos mil años, Jesús reinará sobre el trono de su antecesor terrenal, David, en Jerusalén (Isaías 9.6-7). Y "al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…" (Apocalipsis 2.26-27).

     Ahora bien, ¿cómo y dónde reinaremos nosotros?

     Jesús dijo: "Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono [en Jerusalén], así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono" (Apocalipsis 3.21).

     Cuando nazcamos de Dios ya no seremos carne humana sino espíritu, y se nos dará gran poder. Como lo reveló Daniel, los santos tomarán los reinos de las naciones y los gobernarán durante mil años.

     ¿Y luego, qué? El pasaje de Hebreos 2 revela que entonces, bajo Cristo, recibiremos poder para gobernar todo el universo, es decir, todas las cosas, pues este es el poder que se le dio a Él, y nosotros somos sus coherederos.

 

Toda potestad: el universo

 

     Muchas personas pasan por alto ciertas afirmaciones esenciales en la Biblia, ignorantes de su enorme importancia. Veamos algunos ejemplos. ¿Había usted comprendido antes la verdadera importancia de los siguientes pasajes de la Palabra de Dios?

     Mateo 28.18: "Y Jesús se acercó y les habló [después de su resurrección] diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra".

     Mateo 11.27: Jesús dijo: "Todas las cosas [el universo entero] me fueron entregadas por mi Padre…"

     Juan 3.35: "El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano".

     Juan 13.3: Durante la pascua: "…sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba…"

     Juan 16.15: "Todo lo que tiene el Padre es mío…"

     1 Corintios 15.27: "Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos" (versículo 28).

     Y lo que es increíble pero cierto, nosotros, en Cristo, somos coherederos con Él en esta potestad suprema.

     Por cierto, 1 Corintios 15.27-28, junto con los versículos 22-26, indican que nuestro reinado universal seguirá después de los mil años de gobierno sobre la Tierra.

 

Necesario crecer durante la gestación

 

     La vida humana comienza con lo que la Biblia llama "simiente" o semilla "corruptible", que es el espermatozoide. La vida espiritual comienza con aquello que es incorruptible, el Espíritu Santo de Dios que entra en la persona humana. Así como el embrión humano deberá crecer hasta convertirse en feto, y éste debe crecer hasta el punto de nacer en la familia humana, así el cristiano en quien ha comenzado la vida divina mediante el Espíritu incorruptible de Dios deberá crecer hacia la perfección a fin de nacer en la familia de Dios. Entonces será perfecto, incapaz de pecar.

     Pedro nos da una analogía: "…siendo renacidos…" (1 Pedro 1.23). No dice "habiendo nacido", como si se tratara de un ser ya inmortal, sino "siendo renacidos"; esto indica que se está en el proceso de nacer. Otras versiones emplean el término "engendrados" (griego: annagennao) "…no de simiente corruptible, sino de incorruptible…" Pedro se refiere aquí a que el proceso ha comenzado en nosotros gracias al Espíritu incorruptible de Dios, lo que contrasta con el engendramiento de nuestra vida física mediante el espermatozoide. El apóstol demuestra aquí que el Espíritu de Dios es aquella simiente o semilla incorruptible que imparte vida eterna dentro de nosotros. Continuemos: "…por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre".

     La analogía continúa en el capítulo 2: "…como niños recién nacidos…" No es que seamos ya personas espirituales divinas nacidas en el Reino de Dios. Pedro compara aquí el período de "gestación" del cristiano con el crecimiento de un bebé recién nacido simplemente porque sería muy inadecuado compararlo con un feto. No dice que seamos ya niños recién nacidos en el Reino sino que somos como niños. Es una analogía, que busca mostrar cómo el cristiano deberá crecer espiritualmente lo mismo que un niño recién nacido deberá alimentarse y crecer en lo físico.

     El apóstol continúa: "…desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis" (1 Pedro 2.1-2). Pablo decía: "…hasta que todos lleguemos… a un varón perfecto" (Efesios 4.13), es decir, incapaz de pecar. Cuando nazcamos de nuevo, no seremos niños espirituales indefensos sino seres perfectos incapaces de pecar. Este crecimiento espiritual cristiano se refiere al desarrollo de carácter espiritual y de conocimientos durante la vida física. Así como el niño deberá crecer físicamente, también nosotros, los cristianos, debemos crecer en conocimiento y en carácter cristianos (vea 2 Pedro 3.18) hasta que alcancemos la perfección cuando nazcamos de nuevo como seres espirituales.

 

La analogía

 

     Durante nuestra vida como seres humanos convertidos, ya somos hijos de Dios pero sin nacer. Tenemos dentro de nosotros la presencia de vida eterna impartida por el Espíritu Santo; ésta proviene únicamente de Dios. Aún no tenemos vida eterna inherente en nosotros mismos, independiente de Dios. Y la vida eterna que tenemos, la podemos perder… ¡abortar!

     Esto se compara con el feto humano, que tiene vida física pero sólo a través del cordón umbilical, proveniente de la madre. Aún no tiene vida independiente y puede ser abortado.

     La Biblia lo demuestra claramente en 1 Juan 5.11-12: "Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo". No es inherente en nosotros. En esta vida no tenemos vida espiritual propia, independientemente de Dios. Nuestro contacto con Él a través del Espíritu es el cordón umbilical mediante el cual participamos de su vida eterna. El versículo 12 continúa: "El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida". Queda cortado de Cristo; carece de vida eterna.

     El niño recién nacido tiene vida propia, independiente de su madre. Esta es la diferencia entre estar engendrado y ser nacido. La única diferencia, en la vida cristiana, es que durante la vida física somos alimentados y protegidos por la madre espiritual, que es la Iglesia, mientras nuestra vida eterna nos llega de Dios. Una vez que nazcamos de nuevo, de Dios, tendremos vida eterna inherente, propia. ¡Aún no hemos llegado a ese estado!

 

Cómo Jesús fue el Hijo primogénito

 

     El rey David de Israel tenía el Espíritu Santo de Dios. Implorando perdón después de haber asesinado a Urías y cometido adulterio con Betsabé, dijo: "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y, no quites de mí tu santo Espíritu" (Salmo 51.10-11).

     Los profetas habían recibido el Espíritu Santo de Dios. Pedro escribió: "…los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo" (2 Pedro 1.21). No podrían llamarse "santos" si el Espíritu de Dios no estaba en ellos.

     Abraham, Isaac y Jacob estarán en el Reino de Dios, pues Jesús lo dijo. Por lo tanto, el Espíritu de Dios moraba en ellos. Habían sido engendrados por Dios aunque todavía no han nacido de Él, pues Jesús es el primogénito de muchos hermanos.

     Ahora bien, si ellos fueron engendrados por Dios mediante el Espíritu Santo siglos antes del nacimiento de Cristo, ¿por qué dice la Biblia que Jesús fue el "Hijo unigénito"?

     Respuesta: Los pasajes que se refieren a Jesús como Hijo unigénito de Dios se refieren todos a su engendramiento como hijo humano, y a su primer nacimiento, de madre humana. Jesús fue el único ser humano que fue engendrado por Dios antes de su nacimiento físico. En Apocalipsis 1.5 se habla de Jesucristo como primogénito, pero en otras versiones la traducción correcta dice primer nacido, pues se refiere aquí a su resurrección, y no a su nacimiento humano.

     Jesús no fue el primogénito en el sentido del engendramiento de Abraham, David y los profetas del Antiguo Testamento.

     Antes de ser concebido por María, Jesús no era Hijo de Dios. Dios es la familia divina, y Jesús fue miembro de ella. En Juan 1.1 se llama el "Verbo". Al igual que el Padre, había existido eternamente, pero en ninguna parte de la Biblia se habla de Él como Hijo de Dios antes de ser concebido por María. Su nacimiento humano fue su primer nacimiento. Jesús se despojó de la gloria que había tenido con el Padre a fin de nacer en el mundo y salvarlo.

     Abraham y otros muchos profetas y escritores de la Biblia fueron engendrados por Dios. Su estado era exactamente el mismo de los cristianos de hoy que tienen el Espíritu Santo. Ellos, sin embargo, tampoco han nacido de Dios ni han entrado en su Reino.

     Jesús tuvo que nacer por segunda vez, como lo haremos nosotros en la resurrección. Fue el primero que nació de Dios, y así fue el primer nacido de muchos hermanos. "Y todos éstos, aunque alcanzaron buen testimonio -mediante la fe, no recibieron lo prometido [no nacieron en el Reino]; proveyendo Dios alguna cosa mejor para nosotros, para que no fuesen ellos perfeccionados aparte de nosotros" (Hebreos 11.39-40).

     Esto prueba nuevamente que la conversión en esta vida, o sea el recibir el Espíritu Santo, es sólo un engendramiento, no un nacimiento. Pues los padres y profetas del Antiguo Testamento recibieron el Espíritu de Cristo pero no habían "nacido de nuevo" porque Jesús fue el primer nacido.

     ¿Cómo se efectúa el proceso de "nacer de nuevo"?

 

¿Cuál es la manera?

 

     Pedro nos dijo la manera y las condiciones. Hay que arrepentirse, dijo, y bautizarse como acto de fe en Cristo, en la sangre que derramó por paga de nuestros pecados, y por su resurrección que hace posible nuestro renacimiento y vida eterna. Entonces, dijo, recibiremos el Espíritu Santo.

     Aquellos en quienes mora el Espíritu Santo son de Cristo (Romanos 8.9); los demás no lo son. Si el Espíritu mora en alguien, Dios lo resucitará a la vida espiritual inmortal, compuesto de espíritu como Cristo.

     Todos estos pasajes muestran claramente que solamente podremos nacer de nuevo mediante una resurrección a la vida espiritual.

 

El nacimiento humano

 

     ¿Qué es un nacimiento?

     El momento final del nacimiento, o parto, es la salida de un niño del vientre materno. Pero para ello se requiere que haya habido tanto un padre como una madre. También hay un factor tiempo. La función del padre en el nacimiento consiste en engendrar al hijo mediante el espermatozoide que emana de su cuerpo y se une con un óvulo para dar comienzo a la vida.

     Esto tiene lugar meses antes del nacimiento. Jamás se dice que un embrión, apenas está concebido en el vientre materno, ha nacido. Esto sería totalmente absurdo. Después de la concepción viene el proceso de gestación que toma nueve meses. El embrión toma forma humana y se llama feto. Tiene que desarrollarse y crecer físicamente antes del nacimiento.

     Lo mismo ocurre en el renacimiento espiritual. Lo que emana del Padre divino es el Espíritu Santo. Así como el niño en estado fetal es hijo de sus padres (aunque no haya nacido todavía), aquellos que tienen el Espíritu son también hijos de Dios. Pero aún pertenecen a esta vida física; aún se hallan dentro de su madre espiritual, que es la Iglesia. Están en este mundo corruptible, si bien no son de él. Cuando nazcan del Espíritu, dijo Jesús, serán espíritu. Dios los resucitará (si están muertos) o los transformará (si siguen con vida) de una composición física a una espiritual, cuando venga Cristo. Entonces serán dados a luz por su Madre, la Iglesia, y nacerán en el Reino de Dios.

     Del primer nacimiento somos y seguiremos siendo carne, seres humanos.

     Del segundo nacimiento seremos espíritu, seres divinos.

 

Las palabras en griego

 

     El Nuevo Testamento de la Santa Biblia fue escrito originalmente en el idioma griego. Es inevitable que al verterlo de uno a otro idioma los traductores se hayan enfrentado a algunos problemas.

     Por ejemplo, existen algunas expresiones idiomáticas que son comunes a un idioma y que no tienen equivalente en otro.

     Una palabra puede tener más de un significado en un idioma, cuya palabra equivalente en otro idioma puede no tener las mismas diferencias de significado. Por ejemplo, la palabra castellana vuelo puede significar el hecho de volar, como el vuelo de las aves; o, en su uso moderno, puede referirse a la salida de un avión del aeropuerto, como el vuelo número 906 de Avianca; o, empleado como verbo, puede ser la primera persona singular del verbo volar, indicando que yo, personalmente, realizo el acto de volar.

     Sin embargo, cotejando las diferentes traducciones, y comprendiendo el contexto y todos los demás pasajes de la Biblia que tienen relación con el mismo tema, podemos arribar al significado correcto expresado en español.

     Un ejemplo de esto es la palabra original en griego que en español se expresa naciere o nacido - una palabra que Jesús empleó al hablar con Nicodemo. La palabra griega empleada en Juan 3.3-8 para naciere es gennao. He aquí las principales definiciones de la palabra griega gennao, tomadas de los más importantes léxicos - diccionarios del griego a otros idiomas.

     Thayer: "Gennao: 1. Propiamente refiérese al hecho de que los hombres engendran hijos. Mateo 1.1-16; Hechos 7.8, 29; seguido de ek con el genitivo de la madre, Mateo 1.3, 5, 6; menos frecuentemente referido a las mujeres que dan a luz hijos. Lucas 1.13, 57; 23.29; Juan 16.21, etc. 2. a. univ., engendrar, hacer surgir, excitar…; particularmente en los Evangelios y la primera epístola de Juan, refiérese a Dios confiriendo a los hombres la naturaleza y disposición de sus hijos, impartiéndoles vida espiritual; esto es, por medio de su propio santo poder, motivando y persuadiendo a las almas a depositar su fe en Cristo y vivir una nueva vida consagrada a Él".

     Liddell y Scott: "Gennao: engendrar, dícese del padre; traer al mundo, dar a luz, de la madre; II, generar, producir". (El diccionario define "generar" como "engendrar, procrear". )

     George Ricker Berry: "Gennao: procrear (propiedad del padre, pero, por extensión, de la madre); fig. regenerar: llevar, engendrar, ser nacido, dar a luz, concebir, parir, generar, hacer, brotar".

     Young: "Gennao: engendrar, dar a luz".

     Es de notar que las autoridades cuyas definiciones se citan arriba, todas ponen el mayor énfasis en el engendramiento por parte del padre. Se trata, como siempre lo he dicho, de un proceso, con el elemento tiempo incidiendo en las diferentes etapas del proceso.

     Quizás resultaría más claro explicar en lenguaje no técnico que en algunos idiomas las palabras pueden ser omnicomprensivas por lo que se refiere al elemento tiempo; es decir, no hacen distinción del pasado, el presente o el futuro de las diferentes etapas de un proceso. Por ejemplo, en inglés existen dos palabras diferentes para designar a quien es heredero potencial, es decir, candidato a heredar en cuanto tenga lugar la muerte del testador y a aquel que es heredero real, en el sentido del que ha heredado de hecho (heir e inheritor, respectivamente), cosa que no ocurre en castellano.

     Existe un período de tiempo entre la fertilización por el esperma masculino y el parto - la separación del vientre - estado que, por lo que a tiempo se refiere, sé denomina gestación en lenguaje médico. En español jamás nos referimos a ese estado de gestación como al estado de nacido. De igual manera, no podemos referirnos en castellano al cristiano en quien mora el Espíritu de Dios como alguien que ya ha "nacido" de Dios. Mi responsabilidad es esclarecer la pura verdad en español.

 

Definición: "Engendramiento sobrenatural por el Espíritu Santo"

 

     "Engendrar se refiere al engendramiento, la acción o proceso de generar o producir; generación" (del Nuevo diccionario inglés de principios históricos, 1.888). Es interesante, también, encontrar en este diccionario lo siguiente: "Engendramiento (de engendrar, v. + miento), 1.873, C. M. Davies: Ellos creen en su engendramiento preternatural por el Espíritu Santo".

     Así, la sola palabra griega, gennao, significa la producción a través de un proceso que incluye y es iniciado por el hecho de que el padre imparte el elemento fecundador o vital. Existe una etapa en la que la culminación en el nacimiento no ha ocurrido aún.

     En el griego, gennao, la palabra es omnicomprensiva, abarcando todo el proceso productivo. Pero en español, la palabra nacimiento no lo comprende todo, y se refiere únicamente a la etapa final del proceso - el tiempo del parto - la separación del niño del vientre de su madre.

 

El estado actual de un cristiano

 

     Veamos ahora uno de los problemas que se presentan al traducir el verbo griego gennao como nuestro nuevo nacimiento como hijos de Dios.

     Cuando Jesús hablaba con Nicodemo, Él se refería al tiempo en que podremos ver, entrar en, el Reino de Dios. Y ese es el tiempo del nacimiento, como la etapa final, pues el Reino es, literalmente, la familia de Dios. Por tanto, en Juan 3.3-8 los traductores acertadamente vertieron la expresión griega, gennao, al castellano naciere.

     Combinando esto con 1 Corintios 15.45-53, el capítulo de la resurrección, resulta absolutamente claro que nosotros no entramos, que no heredamos el Reino de Dios en tanto que aún somos de carne y sangre, sino únicamente después de la resurrección, transformados ya en espíritu.

     El nacer de nuevo se refiere al tiempo - al estado futuro - cuando seremos espíritu, ya no más carne y sangre - en efecto, nacidos por medio de la resurrección.

     Pero en algunos pasajes, la palabra griega gennao se emplea para referirse al estado actual de aquellos que han recibido el Espíritu Santo que los impregna y les imparte vida eterna. Al recibir su Espíritu Santo, son hijos de Dios, de la misma manera que el embrión-feto es el hijo nonato de sus padres humanos.

     Nos encontramos en el estado posterior a la generación-concepción, pero anterior al nacimiento. En el caso de los humanos, el término médico para esta etapa es gestación.

     Por ahora somos hijos engendrados de Dios - pero aún humanos de carne y sangre. Somos meros candidatos a la herencia - aún no seres espirituales y divinos - aún no dados a luz, aún no herederos reales del Reino de Dios. Por ende, aún no nacidos de Dios.

     En otras palabras - por asombrosa que resulte esta verdad de Dios a quienes aún no la conozcan, aquello que nace de los humanos nace para formar parte de una familia humana - el reino humano - y aquello que nace de Dios, nace para formar parte de la familia de Dios - el reino divino - el Reino o familia de Dios. Pero en tanto que somos carne y sangre, somos meramente engendrados de Dios - aun no hemos sido "dados a luz" en su familia - su Reino.

 

El verbo castellano "engendrar"

 

     Ahora, una breve explicación acerca de este verbo castellano, engendrar - o, en su forma adjetiva, engendrado.

     La sencilla definición del diccionario es: "1. procrear, propagar la propia especie. 2. causar". Anteriormente cité la definición del Nuevo diccionario inglés de principios históricos: "Engendrar; se refiere al engendramiento, la acción o proceso de generar o producir…"

     Este mismo diccionario, al dar un ejemplo del uso de la palabra engendramiento en una frase, cita al autor C. M. Davies, 1.873: "Ellos creen en su engendramiento preternatural [sobrenatural] por el Espíritu Santo".

     Engendrar se refiere al padre: Y la acción del padre es causar o hacer que se inicie el proceso que culminará en el nacimiento.

 

Diversas traducciones

 

     Puesto que el Nuevo Testamento fue escrito originalmente en el idioma griego, nuestras Biblias en castellano son, necesariamente, traducciones del griego.

     Y puesto que la expresión griega gennao es una palabra omnicomprensiva - que se refiere al engendramiento por el padre, pero también, en segundo término y, según lo explican los diccionarios, incluye el proceso que culmina en el nacimiento, los traductores tuvieron que decidir qué expresión en castellano usar en cada caso.

     Había sido la enseñanza de la Iglesia Católica Romana que la iglesia es el Reino de Dios. Cuando uno abraza la fe católica, es considerado por el catolicismo como uno que ya ha entrado en el Reino de Dios. Los protestantes en gran medida han seguido esta suposición, aplicándola a su fe, aunque algunos consideran al Reino de Dios como algo etéreo que habrá de ser establecido "en el corazón de los hombres". Muchos traductores han dado por cierto este error. Ello condujo a que tradujeran gennao al español con la expresión nacer en muchos lugares en que propiamente debió ser traducida como engendrar. Simplemente eligieron la palabra castellana que se ajustaba a su creencia errónea. Y puesto que el griego gennao es una palabra que abarca todo el proceso del nacimiento, aun desde la concepción, en algunos casos tradujeron gennao con la palabra castellana nacidos. No obstante yo he demostrado con muchos pasajes de la Escritura que los humanos compuestos de carne y sangre aún no han nacido de nuevo como hijos de Dios, y por consiguiente, no han entrado en el Reino de Dios.

     En todos los pasajes en que la palabra griega gennao se refiere a cristianos engendrados por el Espíritu, ésta debería traducirse "engendrados".

     ¡Veamos algunos ejemplos sobresalientes!

     En Juan 1.13 la versión Reina-Valera acertadamente traduce así gennao: "Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios". Sin embargo, 1 Juan 2.29 se traduce incorrectamente como: "…todo el que hace justicia es nacido de él". Lo correcto sería traducirlo, "…todo el que hace justicia es engendrado de él".

     1 Juan 4.7, en la versión Reina-Valera, se traduce incorrectamente: "Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios". Igualmente, en la primera parte de 1 Juan 5.1 dice: "Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios…" Sin embargo, en la segunda parte de este mismo versículo se traduce gennao acertadamente al decir, "…y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él."

     Aquí, esta misma palabra griega gennao fue inspirada por el Espíritu Santo tres veces en el mismo versículo. La primera vez, los traductores de la versión castellana erróneamente la tradujeron con la palabra española "nacido". La segunda vez que gennao se usa en el griego, no pudieron traducirla como "al que nació" - pues se refiere a Dios, y no al creyente humano. Aquí se vieron obligados a elegir la traducción correcta de gennao, en el tiempo pretérito, "engendró". Entonces, puesto que ya habían tenido que emplear el tiempo pasado "engendró" en esta instancia, también acertadamente tradujeron la tercera vez que ocurre la palabra gennao como "ha sido engendrado".

     Un último ejemplo: 1 Juan 5.4 - la versión Reina-Valera erróneamente traduce: "Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo…" La traducción correcta sería: "Porque todo lo que es engendrado de Dios vence al mundo…"

 

La traducción correcta

 

     Ahora brevemente notemos algunos casos en que la misma palabra griega fue correctamente traducida "engendrado".

     1 Corintios 4.15, el apóstol Pablo está hablando a aquellos que fueron convertidos bajo su ministerio. "Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio". Aquí la traducción fue correcta, mostrando que los conversos de Pablo en Corinto, como sus "hijos espirituales", habían sido engendrados de Dios, pero no nacidos aún.

     La experiencia de la conversión, en esta vida, es un engendramiento - una "concepción" - una "impregnación" - pero aún no un nacimiento. Esto debe haber quedado lo suficientemente claro.

     Una escritura más - Hebreos 1.5 - hablando del engendramiento de Cristo en la virgen María. Este versículo muestra que Cristo, nacido de Dios después, por medio de una resurrección de entre los muertos (Romanos 1.4), fue, en efecto, un hijo engendrado de Dios, de una manera en que ningún ángel es o puede ser. Los ángeles son meramente seres creados. No son realmente engendrados de Dios, de manera que en este sentido no son sus hijos nacidos, como lo es Cristo ahora - y como nosotros podemos llegar a serlo. Tome nota de este versículo: "Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi Hijo eres tú, yo te he engendrado hoy…?"

     Esto debe resultar por demás claro. Una persona convertida - alguien que se ha arrepentido, aceptado a Cristo como Salvador y recibido el Espíritu Santo de Dios, tiene una actitud cambiada y un propósito y un enfoque diferente de la vida. Su carácter completo empieza a cambiar y a tomar un curso completamente diferente, pero no es invisible a los ojos de los demás. No está compuesto de espíritu. Aún está compuesto de carne material, aunque el Espíritu Santo de Dios ha entrado y ahora mora en su mente humana y la guía.

 

Cuando no podamos pecar

 

     Existe un versículo en particular que ha confundido a millones, desalentado a miles que no lo comprendieron y ocasionado que muchos acusen a la Biblia de contradecirse.

     ¡Examinemos este versículo! Dice así: "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios" (1 Juan 3.9).

     ¿Acaso se trata de una contradicción con el versículo 8 del primer capítulo del mismo libro, que afirma que nos engañamos a nosotros mismos si pensamos que no tenemos pecado? La respuesta es fácil de comprender.

     Recuerde que en el lenguaje del Nuevo Testamento el pronombre "nosotros" - ya sea expreso o tácito - se refiere a los cristianos convertidos. (Se hace referencia a los no convertidos con el pronombre "ellos" - también, en forma expresa o tácita. Un ejemplo lo constituye 1 Tesalonicenses 5.3, 4. "…Cuando [ellos] digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina …y [ellos] no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.")

     1 Juan 1.8-9 dice así: "Si [nosotros] decimos que [nosotros] no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si [nosotros, los cristianos]" - este versículo se refiere a pecados cometidos, claro que no en forma deliberada y voluntaria, después de haber sido convertidos - "confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Si [nosotros, los cristianos] decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros" (versículo 10). Inmediatamente después, el siguiente versículo, 1 Juan 2.1: "…Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos [nosotros, los cristianos] para con el Padre, a Jesucristo el justo". Se refiere aquí a Cristo en su actual investidura como nuestro Sumo Sacerdote.

 

Los cristianos no deben pecar

 

     Por supuesto que la Biblia enseña que los cristianos no deben pecar. La primera parte de 1 Juan 2.1 (no citada arriba) nos enseña precisamente esto. El énfasis a todo lo largo del Nuevo Testamento está en eliminar el pecado vencer el pecado - crecer en la justicia de Dios, siempre hacia la perfección.

     Pero este y numerosos otros versículos (especialmente la experiencia del apóstol Pablo en Romanos 7.14-25) muestran claramente que los cristianos convertidos efectivamente llegan a pecar - sí bien no habitualmente o en forma intencional. En todo caso, no es algo imposible.

     Veamos a Jesucristo mismo. Las escrituras dicen que Él no pecó - sin embargo, revelan que en todo tiempo había la posibilidad real de que Él pecara. Jesús, en carne humana, "fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4.15). No existe escritura alguna que afirme que Él no pudiese haber pecado.

     De manera que tenemos muchas escrituras que muestran que no es imposible que los cristianos convertidos pequen - ello no era imposible ni siquiera para Jesús. Sin embargo, en 1 Juan 3.9, nos encontramos con la lisa y llana afirmación de que cuando lleguemos a ser nacidos de Dios, no podremos pecar - ¡entonces sí será imposible!

 

Dos traducciones

 

     Aquí, una vez más, los traductores tuvieron que decidir cómo verter el verbo gennao [gennao]al castellano. Y ello debe decidirse en base al significado del contexto en su generalidad.

     Algunas traducciones más modernas lo traducen "engendrado", suponiendo que el pasaje se refiere a los cristianos que ahora ya no continúan practicando el pecado en forma indiferente, como lo hacían antes de su conversión. Saben bien que por ahora no es imposible que un cristiano humano pueda pecar. De manera que lo traducen en el sentido de continuar en la práctica habitual de, pecar, una vez que hemos sido engendrados de Dios.

     Por otra parte, también puede traducirse "nacido", como en la versión Reina-Valera - sin ninguna contradicción.

     Ahora, observe lo siguiente en 1 Juan 3.1: "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios… Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él [Cristo, a su segunda venida] se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es" (1 Juan 3.1-2).

     Aquí se está refiriendo al tiempo en que seremos espíritu - nacidos de Dios.

 

Lo que hemos de ser

 

     Ahora tome nota de esto. Entienda qué es lo que seremos cuando seamos nacidos de Dios. Y, enseguida, veremos - más adelante - cuándo es que seremos nacidos de Dios.

     Esta escritura, en el maravilloso tercer capítulo de 1 Juan, claramente afirma que "nosotros" - refiriéndose a los cristianos convertidos y engrendrados - somos ahora, ya, los hijos de Dios. Sí, por supuesto, y el pequeño embrión, no más grande que la cabeza de un alfiler en el vientre de su madre es, ya, el hijo (o hija) de su padre humano, aunque aún no haya nacido.

     Enseguida, esta escritura revela que "aún no se ha manifestado lo que hemos de ser".

     ¡Tome nota de esto! ¿No resulta claro? Nosotros, en el futuro, hemos de ser algo diferente. ¡Por supuesto! Aunque ya somos los hijos engendrados de Dios, aún somos carne aún somos materia - aún somos visibles. Pero lo que hemos de ser todavía no se ha manifestado. Como Jesús le explicó a Nicodemo, hemos de convertirnos en espíritu inmortal. ¡Eso es lo que habremos de ser después!

     Pero, continúa esta escritura - léala - comprenda esta maravillosa verdad - nosotros sabemos que, cuando Él, Cristo, se manifieste a su segunda venida aquí a la Tierra, seremos como Él.

     Ahora bien, ¿cómo será Él? Si podemos saberlo, sabremos cómo se verán entonces los cristianos nacidos de nuevo - ¡pues ellos serán como Él!

     ¿Cómo es el Cristo glorificado? ¡Sus ojos son incandescentes, como llamas! Sus pies emiten destellos, como de metal finamente pulido. Su rostro brilla como el Sol en todo su esplendor - tan brillante que si usted pudiese verlo, el resplandor lo cegaría (Apocalipsis 1.14-16; 19.12-13; Mateo 17.2).

     Y así es exactamente como usted y yo nos veremos si es que llegamos a ser nacidos de Dios. Aquellas personas engañadas que hablan de su "experiencia" de haber "nacido de nuevo", definitivamente no se ven así.

 

¿Cuándo naceremos de nuevo?

 

     Ese acontecimiento glorioso y sobrecogedor de nacer de nuevo tendrá lugar al momento de la resurrección de los justos - el tiempo de la segunda venida de Cristo a la Tierra.

     Por ahora somos carne - carne vil y corruptible, sujeta al deterioro y la descomposición. Pero a la venida de Cristo, cuando seamos nacidos de Dios, este cuerpo vil será transformado y convertido en uno exactamente igual al del Jesús glorificado.

     Sí, comprendo que tal vez esto resulte demasiado maravilloso para que usted lo asimile.

     Pero escritura tras escritura confirma esta fantástica verdad.

     Lea el capítulo de la resurrección, 1 Corintios 15.

     La Biblia, que es el mensaje y la instrucción de Dios para la humanidad, en ningún lugar enseña la doctrina pagana del "alma inmortal" que va al cielo al momento de la muerte. Enseña que el alma es mortal y que morirá (Ezequiel 18.4, 20).

     ¡Pero sí enseña la resurrección de los muertos!

     ¿Cuándo? ¡A la segunda venida de Cristo!

     "Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias [esto tuvo lugar hace más de 1.900 años]; luego los que son de Cristo, en su venida" (1 Corintios 15.22-23).

     Aquí se nos dice cuándo - ¡a la venida de Cristo! Y observe que Cristo es "las primicias" - el primero de aquellos que han sido humanos en nacer de Dios por medio de una resurrección de entre los muertos. La verdadera resurrección de los muertos.

 

¿Qué clase de cuerpo?

 

     Ahora bien, ¿qué clase de cuerpo tendremos? Esta pregunta se contesta en el versículo 35. Tome nota de la respuesta de Dios:

     "Y lo que siembras" - lo que sepultas en la tierra - "no es el cuerpo que ha de salir" (versículo 37). El cuerpo inmortal que surge en la resurrección no será este cuerpo vil y putrefacto de carne material - sino un cuerpo diferente. Continuemos: "pero Dios le da el cuerpo como él quiso… Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción… Se siembra cuerpo animal [natural], resucitará cuerpo espiritual" - ¡compuesto de espíritu! "Y así como hemos traído la imagen del terrenal" - carne material - de la Tierra terrenal (versículo 49) - "traeremos también la imagen del celestial" - como Dios - ¡cómo Cristo en su cuerpo glorificado!

     El resto de este pasaje lo hemos examinado anteriormente.

 

Cristo sólo el primero

 

     Yo soy el padre de dos hijos. Soy humano. Ellos, engendrados por mí, nacieron humanos, como yo. Cuando nosotros nazcamos de Dios, seremos parte de su familia. Seremos espíritu, como Él es Espíritu - inmortales, como Él es inmortal - divinos, como Él es divino.

     ¿Por qué la cristiandad organizada no sabe esto? ¿Por qué habría de parecer a algunos increíble, imposible o aun blasfemia?

     ¿Por qué?

     El Nuevo Testamento de la Biblia enseña esta verdad de principio a fin. ¡Jesús la enseñó! ¡Pablo la enseñó! ¡Pedro la enseñó! ¡Juan la enseñó! El Espíritu Santo la inspiró en repetidas ocasiones.

     Usted ha visto en Filipenses 3.20-21 cómo, tal como se afirmó arriba en 1 Corintios 15, a la venida de Cristo nuestros cuerpos viles serán transformados en espíritu inmortalizados - y tendrán la misma apariencia que el cuerpo glorificado de Cristo. Será entonces que habremos nacido de Dios. Y ese cambio no tiene lugar en esta vida. Todas aquellas personas sinceras que creen haber "nacido de nuevo", jamás han experimentado esta transformación.

     Vimos en 1 Corintios 15.23 que Cristo, quien nació de Dios por medio de su resurrección, fue las primicias de todos aquellos que habrían de resucitar - de aquellos que habrían de nacer de nuevo.

     Ahora es necesario que usted crea otras escrituras que dicen la misma cosa.

     Crea lo que dice Romanos 8.29: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo [Cristo], para que él sea el primogénito entre muchos hermanos". Cristo nació como Hijo de Dios por medio de una resurrección de entre los muertos (Romanos 1.4). Tan sólo fue el primero en nacer de Dios de esta manera - el primero de muchos hermanos. Nosotros hemos de llevar su misma imagen ser tales como Él es ahora. Hemos de ser elevados a su mismo plano - como sus hermanos - también nacidos de Dios - convertidos en hijos de Dios.

     Ya somos hijos engendrados - si es que realmente hemos sido convertidos - pero lo que seremos, en nuestro cuerpo glorificado durante la resurrección - aún no se ha manifestado - no puede ser visto aún (1 Juan 3.1-2).

     Dios habrá de tener muchos hijos nacidos de Él. De todos ellos, Jesús fue el primero. Él es el único humano hasta ahora que ha nacido de Dios, aunque muchos ya han sido engendrados.

     Crea lo que dice Colosenses 1.15, 18: Hablando de Jesús, quien "es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación …el primogénito de entre los muertos". Sí, sólo el primero de muchos hermanos, en la imagen misma de la refulgente y maravillosa gloria del Dios invisible. Y nosotros hemos de ser conformados a esa misma imagen (Romanos 8.29).

 

¿Creerá usted?

 

     ¿Creerá usted lo que Dios dice en el libro de los Hebreos?

     ¿Por qué habría de preocuparse Dios por los seres humanos? Desde un avión pequeño, nosotros, aquí abajo nos vemos como minúsculas hormigas. Desde un aeroplano a retropropulsión, a una altura de 8 a 10 kilómetros, la gente en la Tierra se ha reducido en tamaño a tal grado que ni siquiera se puede distinguir. ¿Cuán pequeños nos veremos a los ojos de Dios? ¿Por qué habría Él de preocuparse por nosotros?

     La respuesta se encuentra en Hebreos 2, empezando en el versículo 6. Dios hizo al hombre un poco inferior a los ángeles, pero, en su propósito y su plan, Él ha coronado al hombre - como lo ha hecho primeramente con Cristo con gloria y honor.

     ¿Cuál es la gloria con la que Cristo está coronado ahora? Una corona denota autoridad - regencia - mando y poder. Jesucristo, precisamente antes de ascender al cielo, dijo que todo el poder del universo - en los cielos y en la Tierra - le había sido dado.

     En Hebreos 1.1-3 se revela que Cristo ahora resplandece con la gloria de Dios.

     Sí, sus ojos como llamas - su rostro refulgente como el Sol en todo su esplendor.

     La gloria de Cristo es tal que por ahora Él mantiene y controla toda fuerza, energía y poder que existe - tiene poder supremo sobre todo el universo.

     Ahora crea lo que Dios dice acerca de nosotros Hebreos 2.10, "Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas… que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor [predecesor] de la salvación de ellos". Y en el versículo 11 Jesús nos llama hermanos.

     ¡Qué gloria tan indescriptible se ha propuesto Dios para nosotros cuando nazcamos de nuevo! Apocalipsis 1.13-17 nos da una descripción gráfica de esa gloria futura.

 

¿Por qué no ahora?

 

     Pero, tal como leemos en Hebreos 2.8, no vemos todavía que esta gloria haya sido heredada sino por Cristo. ¿Por qué, entonces, es que aún no hemos nacido?

     Porque cuando lo hagamos, tendremos a nuestra disposición tal poder para dirigir y controlar, que primeramente debemos ser entrenados y debe ser desarrollado en nosotros un carácter espiritual perfecto, de manera que se nos pueda confiar ese poder tan vasto.

     Dios creó este universo. Él es el verdadero Regente Supremo. Él no va a delegar ese poder de gobernar sino a quienes lo hagan a su manera, quienes le obedezcan a Él y a su gobierno y lleven a cabo ese gobierno bajo sus órdenes.

     Así, únicamente quienes son guiados por el Espíritu Santo de Dios en sus caminos son los hijos de Dios (Romanos 8.14). Tenemos que empezar venciendo nuestra propia naturaleza egoísta, los caminos equivocados de este mundo, que se han convertido en un hábito fijo, y debemos también vencer al diablo. Debemos "crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Pedro 3.18).

     Sí, de la misma manera que el bebé humano engendrado, pero aún no nacido, debe crecer desde su diminuto tamaño, no mayor que la cabecilla de un alfiler y alimentarse con alimento físico, así también, una vez que nosotros somos impregnados por el Espíritu Santo de Dios por su vida - debemos crecer espiritualmente, alimentarnos con el alimento espiritual de la Palabra de Dios, que es la Biblia, y con la oración y el compañerismo de nuestros hermanos en la verdad de Dios.

     Y a menos que efectivamente sigamos creciendo y desarrollando nuestro carácter espiritual, siendo cada vez más como Dios, seremos como el bebé nonato que es abortado. ¡Y quienes lo sean jamás serán nacidos de Dios!

 

El glorioso mundo de mañana

 

     ¡Es esta una buena nueva maravillosa, gloriosa, casi incomprensible!

     Y la mejor noticia es que la venida de Cristo está muy cerca. Faltan pocos años. Y luego… el pacífico, feliz y glorioso mundo de mañana.

     Entonces, todos los que han sido engendrados por el Espíritu de Dios nacerán, pasarán de mortales a inmortales, de carne corruptible a espíritu, de humanos a divinos.

     Aquella experiencia verdadera será incomparablemente más gloriosa que la falsa e insignificante experiencia mal llamada "nacer de nuevo" en nuestro mundo.

     ¿Puede usted captar cuán increíble y trascendental es la gloria que espera a quienes creen, se arrepienten y obedecen?

     No olvidemos, sin embargo, que la misma Escritura que abre nuestros ojos a esta gloriosa noticia, también nos advierte que tengamos cuidado y que nos cercioremos de que nuestro llamamiento y nuestra elección sean seguros.þ