¿Es todo tipo de carne

propio para alimento?

por Herbert W. Armstrong

 

¿Fueron purificados todos los animales? ¿Qué decir de los animales inmundos que le fueron mostrados a Pedro en una visión? Este artículo presenta la respuesta clara e inequívoca que nos da el Nuevo Testamento. Éste es un asunto de gran importancia para su salud y bienestar

 

 

S

EGÚN PARECE, después de miles de años de experiencia humana, no hay un tema más incomprendido que el de la alimentación.

            Si observamos a un bebé, notaremos que éste parece creer que todo lo que sus regordetas manecitas pueden hacer llegar a su boca es bueno para comer; por lo tanto, cualquier cosa que toma en sus manos va directamente a la boca.

            ¡Con cuánta frecuencia tienen los padres que apartar los objetos y tratar de enseñar al diminuto paquete de preciosa humanidad que no todo lo que tocamos es bueno para la digestión!

 

Niños grandes

 

Uno bien pudiera preguntarse si hay quien haya crecido realmente, al parecer, la mayoría de los adultos aún pensamos que cualquier cosa que podamos ingerir es propia o buena para comer. Casi la única diferencia entre nosotros y el bebé es que este último se lleva a la boca todo lo que tiene apariencia de bueno, y nosotros empleamos el sentido del gusto para decidir qué es lo que hemos de comer.

            El estómago es como un tanque de combustible, por así decirlo, pues el estómago de nuestro automóvil es el tanque de la gasolina. No se nos ocurriría jamás echarle al "estómago" de nuestro carro cualquier sustancia que tuviéramos a la mano, porque sabemos que éste no fue hecho para consumir y "digerir" agua, leche o queroseno.

            Sí, somos muy cuidadosos al seleccionar la "alimentación" que suministramos a nuestro automóvil… ¡¡y totalmente descuidados e indiferentes respecto de lo que damos de comer a nuestros hijos!!

            ¿Qué sucede con los alimentos que ingerimos? En el estómago se lleva a cabo el proceso digestivo, o sea la transformación de los alimentos en sustancia propia para la nutrición. Una vez digeridos aquellos, si hemos consumido cosas digeribles y apropiadas, una porción de los minerales esenciales, las vitaminas y el carbono (componentes vivificadores de los alimentos) se filtra a través del revestimiento intestinal hacia la corriente sanguínea para restaurar y reparar las células, para proveer energías, calor y buena salud al cuerpo entero.

            El cuerpo humano está hecho en forma por demás asombrosa. ¡Es el mecanismo más maravilloso del mundo!

            Pero, tal como tenemos que usar la debida clase de gasolina y la adecuada calidad de aceites y grasa en nuestro automóvil para no estropear su funcionamiento, así tenemos que poner los alimentos apropiados en el mecanismo más delicado de todos: el cuerpo.

            Si intentamos limpiar un reloj fino con aceite graso, no podemos esperar que siga marcando el tiempo correctamente. Asimismo, cuando ingerimos toda clase de inmundicias que, según el propósito del Gran Arquitecto que diseñó el organismo humano, no son para tal uso, corrompemos nuestro cuerpo y esto acarrea un sinnúmero de enfermedades, malestares, achaques, dolores, deficiencia mental, inaptitud e inhabilidad… en otras palabras, realmente cometemos suicidio a plazo al acortarnos la vida.

            El Dios que diseñó y creó el cuerpo humano ha revelado ciertos conocimientos básicos y esenciales acerca de los alimentos que mantendrán el buen funcionamiento del mismo. ¿Por qué la humanidad rehusa las instrucciones del Creador?

 

¿Comer veneno?

 

No comemos de toda planta que brota de la tierra porque sabemos que algunas de ellas son venenosas y, por lo tanto, no son propias para alimento.

            Pero, ¿acaso nos damos cuenta de que hay muchas clases de venenos? El cianuro de potasio, por ejemplo, nos puede matar rápidamente. Ciertos venenos ocasionan la muerte en unas cuantas horas o en cuestión de pocos días. Sin embargo, contadísimas personas parecen saber que hay otras sustancias tóxicas que erróneamente son utilizadas como alimentos y que provocan muerte prematura al usarse continuamente durante un período de 10, 30 ó 50 años.

            La única diferencia entre estos venenos que equivocadamente llamamos comestibles y el cianuro de potasio es el relativo número de minutos, horas, días o años que toman para llevar a cabo su misión.

            De la misma manera como toda planta que Dios hizo crecer del suelo no fue destinada para la alimentación humana, tampoco toda la carne fue creada para este fin. Algunos dicen: "Bien, si la carne de cerdo no debe comerse, ¿para qué creó Dios los cerdos?" Mas eso equivaldría a preguntar: "¿Para que creó Dios hierbas malas y vides venenosas?" Todas las cosas pudieron haber sido creadas para un propósito, pero no todo fue creado para servir como alimento de los seres humanos.

            Algunos suponen que en la creación original, en el huerto del Edén, Dios no dio como alimento la carne de ningún animal. La revelación del Todopoderoso en ese punto es vaga y mucho se ha debatido en pro y en contra; sin embargo, Dios ha revelado que ciertas carnes han de servir de sustento al hombre ahora, en esta era, y Jesús, quien vino a darnos ejemplo, comió carne al igual que legumbres y frutas.

 

Lo que dice el Gran Arquitecto del estómago

 

Cuando Dios le dio al hombre la primera revelación escrita, por medio de Moisés, incluyó en ella instrucciones respecto de las clases de carne que podían comerse y las que estaban prohibidas. Tales preceptos se encuentran en Levítico 11 y Deuteronomio 14.

            Esta es una ley básica, una revelación de Dios al hombre acerca de las clases de carne que asimila y digiere el sistema digestivo humano y las que no cumplen tal propósito. Dicha ley no es parte de la gran ley espiritual de Dios comprendida en los mandamientos. Tampoco es parte de las leyes ceremoniales, rituales o de sacrificios que más tarde quedaron anuladas al efectuarse la crucifixión de Cristo.

            Es necesario reconocer que Dios es el autor de toda ley, y que hay incontables leyes en vigor. Por ejemplo: tenemos las leyes de la física y la química, y la de la gravedad. Existe también la gran ley espiritual inmutable que regula las relaciones del hombre para con Dios y para con el prójimo. Se trata de la ley del Amor: los 10 mandamientos. Dios confirió a su nación Israel juicios y estatutos civiles, leyes nacionales para la administración del gobierno nacional. Pero bajo el antiguo pacto Israel era también su Iglesia. Y por las circunstancias de aquella época Dios les dio leyes rituales y ceremoniales para la conducción de servicios religiosos, leyes relacionadas con sacrificios, ofrendas de carne y libaciones, las cuales eran sustitutos temporales de Cristo y el Espíritu Santo. Aquellas leyes quedaron anuladas, claro está, después de la crucifixión de Cristo.

 

Pecado físico y pecado espiritual

 

Debemos reconocer que hay leyes físicas que obran en el cuerpo humano regulando la salud. El tema de este artículo son dichas leyes.

            Sé de algunas personas que se complacen en acusar categóricamente de pecado a quienes comen carne de cerdo, ostras y almejas.

            Aclaremos y entendamos la verdad sobre este asunto. Solemos hablar del pecado en su aspecto espiritual y, por lo general, así se le considera en el Nuevo Testamento. La Biblia lo define así: "Pecado es infracción de la ley" (1 Juan 3.4)

            El castigo por el quebrantamiento de la ley espiritual es la muerte, no la primera, o muerte física, sino la segunda, o muerte espiritual y eterna en el "lago de fuego" (Apocalipsis 20.14)

            Pero el comer alimentos inmundos no es transgresión de esa ley espiritual; por lo tanto, no es pecado espiritual. El violar las leyes físicas de la salud trae consigo su respectiva pena en forma de enfermedades, impedimentos físicos, dolor, malestares y algunas veces la primera muerte. Incurrir en ello no es necesariamente pecado espiritual.

            Esto es lo que Jesús puso en claro en Marcos 7.14-23 al referirse a la corrupción espiritual, no a la salud física. No es lo que entra en la boca sino el mal que sale del corazón del hombre espiritualmente. Lo que mancha (y él habla de lo que corrompe el carácter espiritual del hombre, sin lesionar el cuerpo) es la transgresión de los 10 mandamientos: pensamientos malos, adulterios, fornicaciones, homicidios, hurtos, avaricias, maledicencia (versículos 21-22), cosas que tienen que ver con la ley espiritual. Específicamente, en el nivel físico. Él se refería no a carnes limpias e inmundas sino a una posible partícula de polvo que pudiera caer en la comida proveniente de manos sucias. El tema de estos versículos es la contaminación espiritual, no la salud física.

            Un pasaje que ha causado cierta confusión respecto de los alimentos limpios e inmundos es Marcos 7.18-19. En la versión Reina Valera (revisiones de 1.909 y 1.960), así como en la mayoría de las Biblias en Español, estos versículos dicen lo siguiente: "Él les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de afuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos".

            Ya hemos explicado que el contexto de estos versículos no trata de los alimentos limpios e inmundos sino de las impurezas físicas que pueden estar presentes en la comida debido a la falta de higiene. ¿Por qué, entonces, la expresión "Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos"?

            El problema radica en que la mayoría de las traducciones del Nuevo Testamento se basan en un texto griego que fue modificado en algunos puntos. Marcos 7.19 es un ejemplo de ello.

            El texto griego autorizado del Nuevo Testamento, el bizantino, conserva fielmente la redacción original. La Biblia de Reina Valera (revisión de 1.977) refleja el texto auténtico en este punto: "…porque no entra en su corazón, sino en su vientre, y sale a la cloaca, purificando todos los alimentos?" (Los editores de la Biblia de Jerusalén, en una nota marginal, reconocen que el texto griego dice literalmente "purificando todos los alimentos".) Las palabras "esto decía" no aparecen en el texto griego.

            Este análisis hace más evidente aún el hecho de que Marcos 7.18-19 no se refiere al consumo de carne limpia o inmunda sino a la contaminación espiritual del hombre. Este pasaje sencillamente confirma la capacidad del organismo humano para eliminar partículas de polvo y otras impurezas físicas de los alimentos mediante la eliminación fisiológica. Jesús, siendo el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13.8), no hizo ningún cambio que hiciera de la carne inmunda alimento propio para el consumo humano.

 

La carne no ha cambiado

 

La carne que el cuerpo humano puede digerir adecuadamente y que en verdad le es benéfica, fue hecha con tales propiedades en la creación original. Jamás ocurrió cambio alguno en la estructura del organismo humano en los días del diluvio ni a la muerte de Jesús ni en ningún otro tiempo. Tampoco efectuó Dios un súbito cambio en la composición de la carne animal de manera que lo que una vez fue impropio para alimento pudiera ahora digerirse y servir como sustento de los seres humanos.

            Los animales inmundos eran inmundos antes del diluvio. Nótese que antes del diluvio Noé hizo entrar en el arca siete parejas de cada tipo de animal limpio, propio para alimento; pero de los inmundos, de los cuales no habrían de comer durante el diluvio, tomó solamente un par de cada tipo, tan solo lo suficiente para preservar la especie. La inferencia es ineludible: los animales limpios adicionales se llevaron a bordo para que sirvieran como alimento para Noé y su familia mientras permanecieran en el arca.

            Antes del diluvio los animales limpios generalmente se ofrecían como sacrificios, y quienes lo hacían a menudo participaban de la carne, aunque las legumbres eran lo esencial de la alimentación. Después del diluvio Dios dio a Noé no solamente la hierva verde (legumbres) como la parte principal del régimen alimenticio, sino todo tipo de criatura viviente: animales limpios, peces limpios, aves limpias (Génesis 9.3 y Levítico 11).

            Génesis 9.3 no dice que toda criatura viviente que respira es limpia y propia para comerse, sino que todo fue entregado al hombre: "Así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo". Dios no nos dio las hiervas venenosas como alimento; antes bien, proveyó a los humanos de hiervas salutíferas para su sustento. Es relativamente fácil determinar cuáles son las hiervas alimenticias; sin embargo, jamás podremos resolver por nosotros mismos qué carnes son dañinas. Por eso Dios nos tuvo que revelar, por medio de su Palabra, cuáles son las carnes limpias. Desde el diluvio hasta la fecha todo tipo de animal limpio, sano y no venenoso es bueno para alimento, al igual que las hiervas sanas, no venenosas, que Dios nos suministró.

            Esto no nos da permiso de hacer lo que se nos antoje.

 

No es una ley ceremonial

 

La instrucción que encontramos en el capítulo 11 de Levítico no es una ordenanza ritual sólo para el período mosaico. ¿Por qué son tantos los que tiene la idea de que Dios es un gran monstruo injusto que impone disparatadas penalidades a su pueblo? Cualesquiera que sean las instrucciones de Dios, son para nuestro bien, no absurdas restricciones por un período que luego han de ser cambiadas para la gente de otra época.

            Veamos ahora algunas instrucciones referentes a los mamíferos: "Éstos son los animales que podréis comer: el buey [res], la oveja [cordero], la cabra, el ciervo, la gacela, el corzo, la cabra montes, el íbice, el antílope y el carnero montés. Y todo animal de pezuñas, que tiene hendidura de dos uñas, y que rumiare entre los animales, ése podréis comer. Pero éstos no comeréis, entre los que rumian o entre los que tienen pezuña hendida: camello, liebre y conejo; porque rumian, mas no tienen pezuña hendida, serán inmundos; ni cerdo, porque tiene pezuña hendida, mas no rumia; os será inmundo. De la carne de éstos no comeréis…" (Deuteronomio 14. 4-8).

            La carne de caballo no ha de comerse puesto que dicho animal no rumia ni tiene pezuña hendida.

            La carne de cerdo: jamón, tocino, salchichas, etc., es simplemente impropio para el consumo humano. Lo mismo puede decirse de las ostras, langostas marinas o langostinos (estos crustáceos no deben confundirse con la langosta terrestre o saltamontes, que es un animal limpio), almejas, caracoles, cangrejos, camarones, cámbaros, perros, serpientes, ratas y zorrillos.

            Los únicos animales marinos comestibles son los peces que tiene tanto aletas como escamas.

            Todo se juzga según los hábitos que nos hayamos impuesto en la vida. Puede parecernos extraño y horripilante saber que algunos orientales comen carne de ratón y la consideran como un manjar muy delicado. Por su parte, muchos orientales se horrorizan al saber que muchos en Occidente comen las asquerosas viscosas e inmundas ostras. De hecho, como se dijo antes, hay adultos, al igual que los bebés, que comerán casi cualquier cosa que puedan llevarse a la boca.

            En las llamadas tiendas de "calidad" que se especializan en manjares exóticos, se pueden comprar "deliciosas" serpientes de cascabel en lata. Por lo que respecta a mí, ya puede tener mi porción quienquiera que desee probarla. No tengo interés en comerla por la misma razón que no me interesa comer babosas, zorrillos, gatos ni anguilas, y por la misma razón no como hiedra venenosa ni hierbas nocivas. Sí, y por la misma razón no acostumbro poner gasolina mezclada con arena en el tanque de mi automóvil.

            El tiempo vendrá cuando aprenderemos por fin que el consumo de la grasosa carne de cerdo y otras "comidas" impropias es una de las causas principales del cáncer y otras enfermedades graves.

 

La visión de Pedro

 

¿Qué decir del lienzo que contenía animales inmundos que le fue mostrado al apóstol Pedro en una visión? ¿Cambió dicha visión toda la composición de los animales inmundos o la función de los órganos del cuerpo humano de tal manera que aquellas cosas anteriormente impropias para la alimentación humana se convirtieron súbitamente en alimentos nutritivos?

            ¡De ninguna manera!

            El propósito de esa visión no era cambiar las leyes de Dios referentes a la alimentación y la salud, leyes que han permanecido en vigor desde el principio, sino mostrar a Pedro "que a ningún hombre llame común o inmundo" (Hechos 10.28). ¿Por qué? Porque a los Judíos se les había enseñado a considerar a todos los gentiles como gente inmunda y a no tener ningún trato con ellos.

            Es tiempo de que entendamos plenamente el propósito de dicha visión, pues bien podría afectar nuestra salud, nuestra felicidad y nuestra vida eterna.

            Abramos la Biblia en el capítulo 10 del libro de los Hechos y notemos que Cornelio era un soldado italiano, un gentil incircunciso. Según los Judíos, Cornelio debería ser considerado como un hombre inmundo. Pero Dios mira el corazón. Cornelio "hacía muchas limosnas" al pueblo judío (versículo 2). Dios recordó sus limosnas y le reveló en visión que enviase a algunos de sus siervos a la ciudad de Jope para que se comunicasen con Pedro.

            El versículo 9 revela que Pedro era un hombre de oración. Mientras se hallaba orando en la azotea de la casa sintió hambre. Poco antes del medio día le sobrevino un éxtasis: "Y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra". En este lienzo había "de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo" (versículos 11-12)

            Tomemos nota cuidadosa de esto. Aquel lienzo contenía toda clase de animales imaginables, incluyéndolos los de carácter salvaje (leones, tigres, hienas, monos, zorrillos), reptiles (serpientes, lagartijas), sabandijas y arañas. Contenía también aves como buitres, cuervos y águilas.

            Pedro quedó perplejo ante la presencia de todo aquello. Luego, para su mayor asombro, ¡Dios le mandó matar y comer de aquellas bestias! ¿Qué dijo el Apóstol? "Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás" (Hechos 10.14).

            Pedro había vivido día y noche con Jesús por más de tres años. Él ciertamente había entendido por las enseñanzas de Jesús que ciertas criaturas simplemente no se han de comer. Por eso cuando tuvo esta visión, diez años después de haberse abolido en la cruz los ritos y las ceremonias, rehusaba comer lo inmundo. ¡Él sabía que la ley de Dios respecto de las carnes limpias e inmundas estaba aún en pleno vigor y efecto!

            Nótese ahora lo que la voz procedente del cielo le dijo a Pedro cuando éste rehusó comer, "Lo que Dios limpió no lo llames tú común" (versículo 15). No dice que Dios había purificado aquellos repugnantes reptiles inmundos, las aves de rapiña y las fieras; antes bien, dice que lo que Dios limpió no debe ser llamado común. Pero, ¿qué fue lo que Dios limpió?

 

Lo que Dios limpió

 

En la visión una voz del cielo se dejo oír tres veces y el lienzo volvió a ser recogido en el cielo. ¿Y qué hizo Pedro? "Pedro estaba perplejo dentro de sí sobre lo que significaría la visión" (Hechos 10.17). El Apóstol no comenzó a suponer, como lo hace tanta gente, que Dios repentinamente había cambiado sus leyes 10 años después de la crucifixión.

            Veamos lo que sucedió: "Mientras Pedro pensaba en la visión, le dijo el Espíritu: He aquí, tres hombres te buscan. Levántate, pues, y desciende, y no dudes de ir con ellos, porque yo los he enviado" (versículos 19-20).

            La voz procedente del cielo en la visión habló tres veces a Pedro porque tres gentiles: dos ciervos y un soldado (versículo 7), se encaminaban en ese momento a la casa donde él posaba para verle. Pedro fue con ellos a casa de Cornelio, y ¡fue entonces cuando entendió la visión! Así lo afirma en el versículo 28 al decir: "A mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo".

            Dios no limpió aquel montón de animales inmundos sino a los hombres gentiles, anteriormente considerados como inmundos por los judíos.

            Los animales inmundos que aparecieron en la visión sirvieron para simbolizar las razas gentiles de los hombres. A los judíos se les había prohibido asociarse con ellos a causa de sus abominables prácticas, pero ahora esa pared de separación espiritual había sido derribada y la salvación se hacía extensiva a los gentiles. Pedro finalmente comprendió el significado de la visión y dijo: "En verdad comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia" (versículos 34-35).

            Sí, para ser aceptados por Dios hemos de temerle y obrar justicia. ¿Qué es justicia? "Todos tus mandamientos son justicia" (Salmos 119-172). Y entre esos mandamientos están las leyes que nos dicen cuáles son las carnes limpias y cuales son las inmundas.

 

¿Zorrillos y ratas?

 

Por otro lado, supongamos que Dios hubiese querido decirle a Pedro, y a nosotros, que él debía comer todos los animales que había visto en la visión. ¿Comería usted reptiles como lagartijas y serpientes? ¿Comería hienas y zorrillos? ¡Claro que no! ¿Por qué? ¡Porque usted tiene su propia ley respecto de lo que supone que es limpio o inmundo!

            El sentido común nos dice que Dios no determinó que toda criatura nos sirviera de alimento. Mas nosotros simplemente no estamos dispuestos a permitir que nuestro Creador nos diga qué carnes nos dan salud duradera y fortaleza, y cuáles perjudican nuestro organismo, acarreándonos con el paso de los años más enfermedades y achaques. Ha llegado la hora de permitir que Dios nos diga qué es limpio y qué es inmundo en lugar de seguir usando nuestro falible razonamiento humano.

            Sin embargo, ¡algunos aún quieren altercar con Dios! Uno de los textos que traen a colación lo encontramos en 1 Timoteo 4.1-5. Leámoslo cuidadosamente.

            Nótese que estas "doctrinas de demonios" incluyen el mandar "abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos…" ¿Quiénes? "Los creyentes y los que han conocido la verdad". ¿Qué es verdad? Jesús dijo: "Tu palabra es verdad" (Juan 17.17). En tal caso, la Biblia misma revela la verdad sobre lo que es propio para alimento.

            No debemos rehusar tomar ningún alimento que, de acuerdo con la verdad, Dios creó para ser tomado con acción de gracias. Sin embargo, eso no quiere decir que "todas" las carnes son salutíferas para el cuerpo humano.

            Nótese que esa falsa doctrina manda abstenerse de viandas que son recibidas con acción de gracias por aquellos que creen y conocen la verdad, que conocen la Palabra de Dios. Mas la Palabra de Dios, la Santa Biblia, nos dice que hay ciertas carnes que son "inmundas", las cuales no han de ser recibidas con acción de gracias.

            Consideremos ahora lo que nos dice 1 Timoteo 4.4-5 "Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado". ¿Qué significa ser santificado por la palabra de Dios y la oración?

            "Santificar" quiere decir hacer santo o separar para un propósito o uso correcto, en este caso apartar como alimento del hombre.

            Ahora bien, ¿qué carnes ha santificado Dios par el consumo humano? Los únicos pasajes en toda la Biblia que nos muestran la lista de las carnes que Dios santificó son Levítico 11 y Deuteronomio 14. En estos capítulos se nos revela cuál es la carne "limpia" y sana, propia para alimento. ¡Esas carnes son las únicas que pueden ser recibidas con acción de gracias y oración!

            No hay ni un solo pasaje en las Sagradas Escrituras que demuestre que Dios apartó como propia para el consumo humano la carne de criaturas inmundas, como caracoles, ostras, almejas, serpientes, pulpos, anguilas, caballos o cerdos. No obstante, la gente come la carne de esos animales sin darse cuenta del daño que ocasionan a su organismo.

 

Instrucciones a los vegetarianos

 

La carta de Pablo a los cristianos residentes en Roma es citada frecuentemente como supuesta prueba de que cualquier clase de carne animal es propia para alimento. Sin embargo, ¿fue eso lo que Pablo enseñó realmente?

            Abramos la Biblia en el capítulo 14 de Romanos. Nótese que el Apóstol escribió: "Recibid al débil en la fe", es decir, no disputar con él ni juzgarlo por su débil entendimiento de la fe. "Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres" (verduras únicamente) (Romanos 14.1-2).

            ¿A quiénes se refería Pablo?

            A aquellos que eran vegetarianos así como a los que creían que se había de comer carne como legumbres.

            El Apóstol confrontaba el mismo problema que nosotros encaramos hoy en día al llevar el evangelio al mundo. Es sorprendente el número de personas que no comen carne ni producto alguno de origen animal, como leche, mantequilla, queso o huevos. Algunos observan días en que se abstienen de carne o días en los que sólo comen pescado. Estos son individuos que, por ser débiles en la verdadera fe cristiana, se abstienen de aquellas carnes limpias que Dios santificó o designó en su Palabra como propias para la nutrición del hombre.

            La cuestión que Pablo afrontaba no era una contienda entre los cristianos de Roma alegando que todos los animales inmundos ya habían sido purificados por Dios (la falsa suposición de hoy), sino que el verdadero punto de discusión, según el versículo 2, era sobre el vegetarianismo, creencia sostenida por algunos que afirmaban que no debía comerse ninguna clase de carne.

            Pablo mostraba a los hermanos el proceder correcto en este asunto enseñándoles que ninguna de estas carnes limpias que habían sido creadas por Dios para ser recibidas con acción de gracias debían rehusarse. Les advirtió, sin embargo, que sería malo para los vegetarianos comer carne si tenían dudas al respecto, corrompiendo por ello su propia conciencia. Por eso escribió "Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; es pecado" (Romanos 14.22-23).

            Debemos aceptar y practicar lo que Dios, en su Palabra, nos ha revelado que es bueno y correcto. Esto no significa que nuestra conciencia siempre nos dice lo que es correcto, ¡de ninguna manera! Nuestra vida ha de ser de constante estudio para aprender qué es el bien y qué es el mal. Por otro lado, es de más alta estima a los ojos de Dios un vegetariano que sincera y conscientemente se niega a sí mismo las carnes limpias porque desconoce toda la verdad, que la persona que hace lo recto de acuerdo con la letra de la ley, pero que en lo íntimo de su corazón cree que ésta haciendo mal.

            "Mas para él [el vegetariano] que piensa que algo es inmundo, para él [el vegetariano] lo es". Es decir, así le parece a él. Pero no es inmundo en verdad, ni lo es para nosotros porque sabemos que todas las carnes limpias son propias para alimento. Por eso Pablo escribió: "Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo" (Romanos 14.14).

            Cabe mencionar aquí que en este versículo Pablo empleó la palabra griega que significa "común", no la que significa "inmundo". ¿Por qué razón?

 

"Común" no significa "inmundo"

 

            Muchos son los que erróneamente han supuesto que Pablo se refería a carnes inmundas en este capítulo 14 de Romanos, mas no es así. Él escribió acerca de la diferencia entre vegetarianos que consideran que las carnes limpias son comunes, y aquellos que saben que las carnes limpias no están, de sí mismas, contaminadas.

            En el griego hay dos vocablos diferentes que a menudo son traducidos "inmundos" o "común". Nótese que en Hechos 10.14 se emplean ambas palabras porque significan dos cosas enteramente diferentes.

            La voz griega para "inmundo" es akarthatos, que significa sucio e impuro por naturaleza. El vocablo griego por "común" es koinos, que significa corrompido por mal trato uso incorrecto.

            Pablo empleó la voz griega que significa "común" en todo el versículo 14 de Romanos 14, no la palabra griega para "inmundo". En otras palabras, Pablo sabía que ninguna comida limpia que Dios ha santificado es por naturaleza corrompida.

            Los vegetarianos que eran débiles en la fe, débiles en el entendimiento de la Palabra de Dios, pensaban que la carne no debía comerse. Para aquellos vegetarianos (no para otros) la carne parecía estar contaminada. Su conciencia corrompía la carne para ellos, de manera que se sentirían indispuestos si la comieran. Sin embargo, eso no contaminaban la comida ni la corrompía para los demás.

            Advirtamos la conclusión de Pablo: "No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias [esto es, todas las cosas que Dios santificó y nos dio como alimento son limpias]; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. Buen es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite" (versículos 20-21).

            Pablo no recomienda aquí que se coman las carnes inmundas. ¡Todo lo contrario! Él declara que no se coma carne alguna en presencia de los hermanos vegetarianos si les hace tropezar u ofenderse.

 

¿Cuándo es "común" la carne "limpia"?

 

La única circunstancia que contamina o hace común la carne limpia es la muerte natural del animal limpio o el inadecuado desangramiento de la carne. Por eso los apóstoles que se congregaron en Jerusalén prohibieron el consumo de la carne con la sangre en ella (Hechos 15.20). ¡Esa es una enseñanza neotestamentaria para hoy!

            En los tiempos del Antiguo Testamento aquella carne era llamada "común" porque podía darse a los extranjeros que quisieran comerla (Deuteronomio 14.21).

            En tiempos del Nuevo Testamento se prohibía el consumo de carne limpia ofrecida a los ídolos siempre que ésta quedara contaminada por estrangulación o porque la sangre hubiese quedado en ella. De otra manera podía comerse, si ello no causaba ofensa para los débiles.

            Pablo dedicó los capítulos 8 y 10 de 1 Corintios para dar instrucciones en el sentido de no suscitar controversias respecto de la carne ofrecida a los ídolos: "Mas si alguien os dijere: Esto fue sacrificado a los ídolos; no lo comáis, por causa de aquel que lo declaró, y por motivos de conciencia" (1 Corintios 10.28). En otras palabras, si la carne limpia ofrecida a los ídolos no está contaminada, es lícito comerla, a menos que ello escandalice a alguien. Bajo esas circunstancias la carne viene a ser común, no al que la come sino al que tiene dudas sobre el consumo de carne ofrecida a los ídolos. Nótese: "La conciencia, digo, no la tuya, sino la del otro" (versículo 29).

            Por eso Pablo dijo en Romanos 14.2 "Mas para el que piensa que algo es común" [traducción correcta], para él lo es".

 

Profecía para el futuro

 

Según la Biblia, ¿cuál sería el proceder de la gente hoy? “Los que comen carne de cerdo [eso lo practica la mayoría en nuestros tiempos] y abominación y ratón, juntamente serán talados [en la ira de Dios], dice el Eterno” (Isaías 66.17).

            Tal es el destino de quienes codician las carnes que Dios les prohibe comer porque son carnes que hacen daño. Tal es el destino de aquellos “cuyo dios es el vientre” (Filipenses 3.19).

            ¿Es de extrañar, pues, que a pesar de todo nuestro conocimiento científico tengamos más cuentas de médicos y más enfermedades que nunca? ¡Es tiempo de que nos volvamos a Dios y empecemos a obedecer sus leyes! Él es nuestro Creador. Él nos hizo, de modo que Él y solo Él sabe de qué fue hecho nuestro cuerpo y qué requiere en materia de alimentos buenos y sanos. Él puso en vigor las leyes sobre el consumo de carnes limpias e inmundas. ¡Es tiempo de que empecemos a obedecerlas como lo hicieron  Jesús y los Apóstoles!

            Dios prohibe también el comer sebos y sangre (Levítico 3.17; 7.23-27). La mantequilla, el aceite de oliva y algunos otros aceites y grasas vegetales pueden usarse, mas el sebo de la carne debe evitarse. La carne molida más barata no es recomendable porque tiene mucho sebo. La manteca de cerdo tampoco debe usarse. Con el tiempo el sebo y la manteca arruinarán cualquier estómago.

 

¿Cuáles peces y aves?

 

La Biblia misma define cuál forma de vida marina es buena para alimento.  En Levítico 11.9-10 leemos: “Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas: todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, éstos comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos… los tendréis en abominación”.

            Pero, ¿cuáles peces tienen aletas y escamas? Esto es algo que muchos lectores nos preguntan.

            En primer lugar nombraremos algunos peces que comúnmente se conocen como limpios, peces sin escamas, impropios para alimento: bagre, anguila, pez hoja, lija, espinoso, esturión, tiburón, pez espada. Todos éstos carecen de verdaderas escamas. Además de estas criaturas hay otras formas de vida marina que no debemos consumir como alimento, a saber: orejas marinas, almejas, cangrejos, langostas marinas, ostras, veneras, calamares, camarones, ballenas, tortugas, pulpos.

            Entre los peces limpios (aquellos que tienen aletas y escamas) más conocidos son: albacora o bonito, anchoa o boquerón, barracuda, róbalo, dorado, búfalo, carpa, bacalao, roncador, corvina, platija, gobio, tímalo, merluza, mero, arenque, lucio, caballa, o macarela, ciprino, mújol, pez aguja, perca, salmón, sardina, sábalo, eperlano, pargo, pez luna, trucha, atún, albur. (Incluimos esta lista de nombres únicamente como una guía general. Puesto que la terminología varía tanto de una región a otra, resulta imposible especificar con exactitud los nombres de todos los peces limpios e inmundos. Por consiguiente, en caso de que surja alguna duda con respecto a sí algún pez limpio o inmundo, recomendamos consultar una enciclopedia u otro libro sobre el particular en una biblioteca. También, en la mayoría de los casos uno mismo puede determinarlo si tiene la oportunidad de examinar el pescado en el mercado antes de comprarlo).

            Algunas personas que tienen poco conocimiento en materia de criaturas marinas han supuesto que ciertas especies de peces limpios carecen de escamas, pero eso no es verdad. Una cosa que se debe tener en cuenta es que hay peces con lunares o manchas de escamas cerca de la cabeza y el caudal. En estos casos, tales peces son limpios y propios para el consumo humano.

            La segunda parte del asunto que nos ocupa concierne a las aves. ¿Qué aves puede consumir el hombre en calidad de alimento?  La respuesta a tal pregunta la encontramos en Levítico 11.13-19 y Deuteronomio 14.11-20.

            Cada uno de estos pasajes da una lista de variedades de aves no comestibles, sin especificar cuáles son las aves limpias. Además, solamente se mencionan unas cuantas aves inmundas de entre millares que hay en el mundo, pero las allí anotadas reúnen las características de todas las aves inmundas. Estos son ejemplos de aves inmundas “según su especie”.

            Cabe, pues, preguntar: ¿En que difieren estas aves inmundas de las aves conocidas como limpias o propias para alimento? Para responder a este interrogante empezaremos por decir que las características de las aves limpias son determinadas por la tórtola o el palomino (Lucas 2.24 y Levítico 1.14), que antiguamente se usaban como ofrendas para los sacrificios.

            Al comparar las diferencias entre estas aves limpias y las anotadas como inmundas, es posible señalar las siguientes seis características de las aves limpias: 1) no deben ser aves de rapiña; 2) aunque atrapen en el aire el alimento que se les arroja, lo ponen en tierra donde lo dividen o desmenuzan con el pico, si es posible, antes de comérselo (las aves inmundas lo devoran en el aire, o bien lo prensan en tierra con una pata y lo rasgan con el pico); 3) tienen alargado el dedo de en medio y un dedo trasero; 4) extienden los dedos de las patas de tal manera que los tres del frente quedan sobre un lado de la rama en que se posan y el dedo trasero sobre el otro lado; 5) tienen buche; 6) tienen molleja con doble revestimiento que puede separarse fácilmente.

            Las aves limpias tienen las seis características arriba anotadas, y las inmundas carecen de una o más de las mismas. Si un ave carece de cualquiera de estas seis características, es inmunda.

            Además de la tórtola y el palomino, son limpias las siguientes aves: la gallina, el faisán, la codorniz, la perdiz, el gallo silvestre, el pavo, todos los pájaros cantores, el pato, el ganso y el cisne. Entre las aves inmundas que no están en la lista  que da la Biblia se encuentran las de los órdenes de las trepadoras y las prensoras, que incluyen el tucán, el pájaro carpintero, el loro y el papagayo (que dividen los dedos de las patas de manera que quedan dos a cada lado de la rama donde se posan). Otros tipos de aves inmundas son las aves acuáticas o zancudas y las gaviotas que no tienen buche ni molleja de doble forro, y a menudo no cuentan con el dedo trasero de la pata o no tienen alargado el dedo de en medio.

            Cabe incluir en este punto una aclaración con respecto al cisne. ¿Debe éste considerarse como ave limpia o inmunda? La dificultad surge del hecho de que algunas traducciones de la Biblia incluyen “cisne” en la lista de las aves inmundas. Esto ha causado confusión con respecto a si el cisne, el ganso y el pato, que pertenecen a la misma familia, son propios para alimento o no.

            El problema se debe a la dificultad en saber con certeza a cual ave se refiere la palabra hebrea tinshemeth a la cual se le han dado, entre otras, las siguientes traducciones: íbice, calamón, corneja, búho y cisne. Ahora bien, con respecto al cisne, la duda puede resolverse aplicando los principios para distinguir las aves limpias de las inmundas, tal como los explicamos arriba.

            Al aplicar estos principios vemos que aves como el cisne, el pato y el ganso son limpias porque reúnen dichas características. Por lo tanto, es evidente que la palabra “cisne” como traducción del hebreo tinshemeth es incorrecta, y que el cisne, el pato y el ganso se han de considerar como aves limpias.

            Concluimos entonces que aunque no sea necesariamente un pecado espiritual el comer carne que, según la definición bíblica, es inmunda, si uno hace deliberadamente, movido por la codicia del apetito, quebranta el décimo mandamiento y el acto se convierte en pecado.  En todo caso, la comida impropia perjudica el organismo, que es el Templo del Espíritu Santo (1 Corintios 6.19-20). Contamina el CUERPO, sino el carácter espiritual del hombre. Y si continuamos contaminando nuestro cuerpo, Dios nos destruirá a nosotros (1 Corintios 3.17).þ