¿Creó Dios al

DIABLO?

por Herbert W. Armstrong

 

La Biblia revela que el mundo entero está bajo la influencia de un diablo invisible. ¿De dónde vino este ser? ¿Fue creado por Dios con el propósito de tentarnos y guiarnos por un camino errado? En este folleto se presentan las respuestas de la Palabra de Dios

 

 

¿E

XISTE EL DIABLO en realidad? Muchos hablan acerca del diablo y Satanás, mas otros se burlan y dicen que es sólo una invención supersticiosa de la imaginación.

     Pero, ¿existe efectivamente este ser? De acuerdo con la mayoría de los cristianos es de suponer que la Biblia enseña que el diablo es “el dios de este mundo”.

     ¿Creó Dios al diablo? ¿Qué nos dice la Biblia realmente? Para averiguarlo, remontémonos hasta el principio mismo. Abramos la Biblia en Génesis 1.1, donde leemos: “En el principio… Dios”. Dios fue antes de todo.

     “Creó Dios los cielos y la tierra”. Pero el siguiente versículo dice: “Y la tierra estaba desordenada y vacía”. Las palabras hebreas traducidas aquí “desordenada y vacía” son tohu y bohu. Vertidas al castellano significan caótica, en confusión, desolada y vacía.

     Cuando Dios creó la tierra, ¿la creó en estado de confusión? ¿La creó trastornada y en caos?

     En 1 Corintios 14.33 leemos que “Dios no es Dios de confusión”. Él es el autor de la paz; es el autor del orden y la Ley.

     ¿Por qué habría de crearla en confusión para después ponerla en orden? ¡Eso sería absurdo! Cierta autoridad en el idioma hebreo afirma que la palabra hebrea bara, que en Génesis 1.1 se tradujo como “creó”, implica que lo creado fue una obra perfecta. La palabra “creó”, en dicho pasaje, implica un sistema y un orden en completa perfección y belleza, no en caos o confusión.

     El libro de Job presenta al autor hablando con Dios acerca de la creación. Dios le dice: “¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?” Esto implica que Job había dirigido la construcción de un gran monumento, algo así como la gran pirámide de Giza en Egipto. Job era justo, y en cierta forma se sentía muy orgulloso de sus realizaciones; mas ahora, por medio de una comparación de logros, Dios empezó a enseñarle lo que es la humildad.

     El Creador continúa: “¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel? ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular, cuando alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos Los hijos de Dios?” (Job 38.4-7).

     Es significativo que la gran pirámide es un edificio donde la piedra angular no está puesta en el cimiento, sino en el pináculo. Las “estrellas del alba” son ángeles y arcángeles de luz (verdad), de acuerdo con la interpretación que la Biblia da de sus propios símbolos (ver Apocalipsis 1.20). Puesto que son creación de Dios, también se les llama “Los hijos de Dios”. Esta es otra indicación de que la creación de la tierra era perfecta y gloriosa.

     Entonces, ¿cómo se volvió caótica?

     La voz hebrea hayah que en Génesis 19.26 es traducida como “se volvió”, es la misma que los traductores vertieron “estaba” en Génesis 1.2 (ver también Génesis 2.7 y 9.15). En los tres primeros capítulos de la Biblia, y en muchos otros pasajes donde encontramos la misma palabra hebrea hayah, casi en cada caso se denota una condición diferente a la que prevalecía previamente. En otras palabras, la tierra “SE VOLVIÓ” caótica. No siempre estuvo así.

     Está claro que aquí la palabra “estaba” (hayah) tiene el significado de “se volvió”. En Jeremías 4.23, Isaías 34.11 y en otros pasajes de la Biblia encontramos Las mismas palabras tohu y bohu, las cuales significan “caos” y “confusión”. Y en cada caso esa condición es el resultado del pecado.

 

Originalmente no habla caos

 

     En Isaías 45.18 leemos: “Porque así dijo el Eterno, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano”. La expresión “en vano” es una traducción incorrecta. En algunas versiones bíblicas se encuentra la traducción correcta en la nota marginal: “en confusión”.

     La palabra hebrea original en dicho pasaje es tohu, misma voz que se empleó en el original hebreo de Génesis 1.2 y que significa confusión, vacuidad o desolación, condiciones que son la consecuencia del desorden, el resultado de la transgresión de la ley. En Isaías 45.18 se declara llanamente que Dios no creó la tierra tohu, es decir, no la creó en confusión ni en desorden. Pero en Génesis 1.2 la tierra se hallaba (porque se había vuelto) caótica y en confusión.

     Vemos, pues, que nuestro planeta quedó en tal condición después de haber sido creado. Pero, ¿qué era lo que ocasionó tal confusión, tal desorden? ¿Qué pecado pudo arruinarlo y dejarlo en el estado en que lo encontramos en Génesis 1.2?

 

¿Vida antes de Adán?

 

     Ahora bien, ¿cuál era el pecado que ocasionó esta destrucción física a la tierra? No fue un pecado cometido par el ser humano, puesto que no hubo hombre sobre la tierra hasta el sexto día de aquella recreación. Así es que no se trataba del pecado del hombre. En 1 Corintios 15.45 Adán es llamado el primer hombre. En Génesis a Eva se le nombra la madre de toda la raza humana. No hubo otra raza con anterioridad a Adán y Eva.

     Por tanto, el hombre no ocasionó el pecado que produjo ese estado de caos. Sin embargo, cierta vida tuvo que haber poblado la tierra ya que en ella ocurrió un pecado que la dejó en desolación y desorden por infracción de las leyes de Dios.

     ¿Qué clase de vida pudo haber sido ésta? No era humana. Entonces, ¿qué clase de vida había poblado este planeta antes de Adán, antes del período que se conoce como “la semana de la creación”?

     Leamos 2 Pedro 2.4: “Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron…” Aquí se menciona el pecado de los ángeles.

 

El pecado de los ángeles

 

     Leamos ahora el versículo que sigue: “Y si no perdonó al mundo antiguo [las generaciones entre Adán y Noé], sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos”. Se trata aquí de los pecados que fueron cometidos desde Adán hasta Noé y de la destrucción física que sufrió la tierra mediante el diluvio, la espantosa condición física en que quedó el planeta a causa de los pecados de aquella época.

     ¿Acaso ocurrió una catástrofe sobre el globo terráqueo como consecuencia de los pecados de los ángeles? El pecado de los ángeles se menciona primero y, de hecho, ¡ocurrió primero! Cuando Adán fue creado, ya existía el diablo. Por lo tanto, el pecado de los ángeles ocurrió antes de la creación del hombre.

     Ahora leamos 2 Pedro 2.6: “Y si [Dios] condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente”.

     El pecado se había hecho universal en aquellas dos ciudades, y a causa del mismo sobrevino una destrucción física a toda la región que ocupaban. ¿No ocurrió, entonces, una destrucción semejante como consecuencia de los pecados cometidos por los ángeles, antes de Adán?

     En el versículo 6 de Judas leemos: “Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada [tenían un lugar donde morar, una habitación, un estado, pero lo abandonaron], los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día”. Notémoslo: Son los ángeles que pecaron los que están en prisión y tinieblas, sin luz ni verdad, hasta el juicio del gran día.

     ¡Cuán claro! Los ángeles tenían un estado que no guardaron. En Hebreos 2.5 leemos lo siguiente: “Porque no sujetó a los ángeles el mundo venidero, acerca del cual estamos hablando”. En otras palabras, el mundo de mañana, el reino de Dios, no estará bajo el dominio de los ángeles. En cambio, el mundo presente está bajo el dominio de los ángeles caídos. Los demonios, y el diablo quien los encabeza, gobiernan la tierra e influyen en sus habitantes. La Biblia indica y afirma esta realidad.

     ¿Cómo obtuvieron ellos el dominio? ¿Cómo adquirieron el poder que tienen? ¿Cómo retuvieron el control? ¿De dónde obtuvo el diablo el poder para controlar, dirigir y gobernar el mundo?

     Satanás es el caudillo de los ángeles caídos, según lo afirma la Biblia en diferentes pasajes (Juan 12.31; Mateo 12.24; 25.41; Apocalipsis 12.9). En 2 Corintios 4.4 se le llama “el dios de este mundo” (versión de Reina-Valera, revisión de 1.977). Es el rey o príncipe del perverso mundo en que vivimos. Estudiemos, pues, un poco acerca del origen de este ser.

     Empecemos con el versículo 4 del capitulo 14 de Isaías: “Pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, como acabó la ciudad codiciosa de oro!”

     Aquí se menciona al rey de Babilonia. El relato continúa informando como este rey se enseñoreaba de las naciones. Era un invasor, un conquistador, un perturbador de la paz con la mira de apoderarse de lo que otros tenían y adquirir para sí todo lo que pudiera. Tenía una filosofía exactamente opuesta a la de Dios, es decir, tenía la filosofía del diablo.

     El rey de Babilonia representaba al diablo, pues era su instrumento.

 

La rebelión de Lucifer

 

     Este “rey de Babilonia” será el futuro dirigente del profetizado “Estados Unidos de Europa”: la resurrección del Sacro Imperio Romano que se avecina, descrita en las profecías de Apocalipsis 17 y 18. En el capítulo 13 del mismo libro se le describe como un sistema al que Satanás da poder y autoridad.

     Luego, en Isaías 14.12 se deja de hablar de la representación o el tipo (el rey humano de Babilonia) para enfocar la realidad: Satanás, el gran antitipo. Después de la venida del Mesías, Satanás será quitado de en medio y será totalmente restringido. La profecía de Ezequiel, de la cual hablaremos más adelante, revela que él es el mismo querubín Lucifer.

     Continuemos leyendo en Isaías 14.12: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo” (versículos 12-14). El versículo 15 vuelve a referirse al rey humano.

     Notemos que este mismo arcángel era el dirigente de los ángeles que pecaron. Él tenía un trono. Dijo que lo exaltaría sobre las estrellas (ángeles) de Dios. Su bono ya había sido exaltado sobre los ángeles en la tierra, los ángeles que pecaron con él. Ahora iba a exaltarlo sobre los ÁNGELES DE DIOS en el cielo. ¡Iba a invadir el cielo para quitarle a Dios el trono y reinar el mismo sobre todo el universo!

     En el capítulo 28 del libro de Ezequiel encontramos más información sobre este querubín que se convirtió en Satanás. Comenzando con el versículo primero se hace referencia al príncipe humano de Tiro como a un ser rico (ver el capítulo 27), rodeado de una belleza perfecta, quien dice en su corazón: “Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado…” (compárese el versículo 2 con 2 Tesalonicenses 2.3-4).

     Compárese también Ezequiel 27.7 con Apocalipsis 18.16. Estos pasajes hacen mención del mismo sistema. Sin embargo, el capítulo 26 de Ezequiel se refiere al Tiro antiguo como al precursor o tipo del presente y aun del futuro sistema. De la misma manera como en Isaías 14, en Ezequiel 28.12 se deja de hablar del tipo humano para enfocar el antitipo satánico:

     “Hijo de hombre, levanta endechas sobre el rey de Tiro…” Toda la profecía de los capítulos 27 y 28 se refiere no al gobernante de la antigua ciudad de Tiro (como en el capítulo 26) sino a un importante personaje, bajo la influencia de Satanás, de nuestros días y del futuro muy cercano, justo antes de la venida del Mesías para remover a Satanás y traer paz al mundo. Por lo tanto, la profecía señala el fin de la influencia de este gran personaje que reina espiritualmente sobre las naciones, así como su remoción como engañador de la humanidad. Ahora, comenzando con el versículo 12 y continuando hasta la mitad del versículo 17, se habla del mismo Satanás “…Dile: Así ha dicho el Eterno el Señor: Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura… los primores de tus tamboriles y flautas [música] estuvieron preparados para ti en el día de tu creación”.

 

Un ser creado

 

     Notemos que no está hablando de un humano, sino de un ser CREADO. Dios nunca diría de un ser humano que es el sello de la sabiduría, la perfección y la belleza. Entonces, ¿quién fue originalmente este extraordinario ser creado?

     “Tú, querubín grande, protector…”, responde Dios. Éxodo 25.17-20 nos da una descripción del trono de Dios en el cielo, desde el cual controla el vasto e ilimitado universo. En este trono hay dos querubines (superarcángeles) cuyas alas se extienden y lo cubren. Este personaje, entonces, es el que se llamaba Lucifer, quien estuvo en el trono del universo, cabalmente experimentado en la administración del gobierno divina sobre el universo. Ahora se presenta como un ser en la tierra, mas en un principio estuvo ante el mismo trono de Dios, como lo muestran las siguientes palabras:

     “…Yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas. Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad [desobediencia]”.

     Luego Dios le atribuye violencia, pecado, perversión y corrupción de la sabiduría, afirmando que se volvió orgulloso, que su corazón se enorgulleció a causa de su belleza. Más adelante, en el versículo 17, se vuelve a hablar del tipo humano, quien será el principal instrumento en manos de Satanás en los grandes acontecimientos mundiales que conducirán a la venida del Mesías para establecer el gobierno de Dios sobre todas las naciones.

     Este personaje humano, afirmando ser Dios, sentándose en su santuario y haciéndose pasar por Dios (2 Tesalonicenses 2.3-4), será consumido por FUEGO y reducido a cenizas (Ezequiel 28.18). Luego, en Apocalipsis 19.20, se mencionan dos personajes humanos, instrumentos de Satanás: uno será el gobernante civil sobre 10 reyes y sus naciones; el otro es llamado el “falso profeta”. La profecía de Isaías 14 presenta al rey de Babilonia como el gobernante civil.

 

Lucifer se convierte en el diablo

 

     Resumamos lo que hemos establecido hasta ahora: La tierra fue creada perfecta; los ángeles gritaron de alegría cuando Dios la creó, y desde entonces estuvo poblada por ángeles.

     En ella había un trono desde el cual gobernaba Lucifer, un superárcangel, un querubín. Había sido cabalmente instruido en la administración del gobierno divino, estando ante el mismo trono de Dios en el cielo. Dios lo había colocado en el trono de la tierra para que administrara allí el GOBlERNO DIVINO sobre los ángeles.

     Había felicidad, paz, alegría en el planeta. En Ezequiel 28.15 leemos: “Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad”. Dios NO CREÓ AL DIABLO, sino a un superárcangel hermoso y perfecto. Pero le dio libre albedrío, el derecho de escoger por sí mismo. Le dotó de una mente para pensar y razonar libremente.

     Lucifer permitió que su belleza y perfección lo llenaran de vanidad. Sintió envidia del poder de Dios y resentimiento por su autoridad sobre él. Conspiró con sus ángeles y los guío a formar un ejército para invadir el cielo y destronar a Dios. Él quería ser Dios, y su influencia engañosa sobre el “príncipe de Tiro” será lo que causará que este personaje afirme que él, un hombre, es Dios.

     De este modo, Lucifer no es más un “PORTADOR DE LUZ” sino un ADVERSARIO, un agresor, un competidor, un enemigo. El nombre Satanás quiere decir “Adversario”. Los ángeles que le siguieron se convirtieron en DEMONIOS.

 

¿Cómo se volvió caótica la tierra?

 

     Una tercera parte de los ángeles se unieron a Satanás en la rebelión. Fue esto lo que ocasionó el caos en la tierra. El pecado de los ángeles llegó hasta los cielos y produjo el caos en el globo terrestre. Lo que los geólogos y astrónomos ven no es un universo en evolución sino los despojos de una batalla titánica por el control de todo el universo. Esta batalla fue librada por seres espirituales antes de que el hombre fuese creado.

     La tierra fue creada perfecta. Luego SE VOLVIÓ caótica debido a la rebelión angelical. Entonces, en seis días Dios rehizo su superficie, la reformó, la remodeló (Salmos 104.30) y creó en ella seres humanos.

     A Lucifer le fue dado un puesto gubernamental. Dios le dio a Adán la oportunidad de remplazarlo, de sentarse en el trono de la tierra y de restaurar el gobierno divino en nuestro planeta. Adán rechazó esa tremenda oportunidad al ceder a la influencia de Satanás; por consiguiente, el diablo aún permanece en el trono de la tierra como el dios de este mundo. Cristo, el segundo Adán, vendrá muy pronto a tomar posesión de ese trono y a restaurar el gobierno divino (Hechos 3.19-21).

     Dios puso al gran querubín Lucifer sobre la tierra para que administrara el gobierno divino, pero él rehusó hacer la voluntad de Dios, cumplir sus mandamientos, someterse a ese gobierno. Quiso establecer sus propios mandamientos y su propio camino de vida, y por causa de esta rebelión se hizo inapto para ocupar una posición en el gobierno divino.

     Adán tuvo la oportunidad de remplazarlo, pero fracasó en la prueba que se le puso para ver si vencería y obedecería a Dios. Obedeció al diablo y quedó así sujeto a la influencia engañadora de este malévolo ser. Desde entonces, toda la raza humana ha sido esclava de su engaño (Apocalipsis 12.9).

     Jesucristo vino 4.000 años más tarde y se sometió a la gran prueba: la tentación suprema de Satanás. Él SE NEGÓ a obedecer al diablo. Citó las Escrituras correctamente. ¡Obedeció a Dios!

     Finalmente se dirigió al diablo y le dio una orden: “Vete de mí, Satanás” (Lucas 4.8, 13). ¡Y éste obedeció!

     Desde entonces, el sucesor de Satanás se ha hecho apto para tomar posesión del gobierno de la tierra. Y aunque ahora está en el cielo donde ha permanecido por más de 1.900 años, pronto retornará, y cuando lo haga el diablo será DESTERRADO. Cristo tomará las riendas del gobierno, restaurará las leyes de Dios y por fin habrá paz y orden.

     Hemos visto que Dios NO creó al diablo sino a un querubín llamado Lucero, perfecto en todos sus caminos, pero dotado de libre albedrío. Lucero se trasformó a sí mismo en diablo por su rebelión contra el gobierno de Dios!þ